
No es la Carne y la Sangre, sino el corazón, lo que nos hace Padres e Hijos
Miami 21 de Junio de 2015.
De la misma forma que para engendrar vida las madres son importantes, igual es la importancia de los padres, desde ese principio biológico donde se coloca la fértil semilla, pero siempre completando eso que allí no se detiene, ser el faro que guía a sus hijos, ser la luz que debe de estar allí siempre, tanto en vida como después de su muerte.
Y es que ser padre, como todos sabemos, no es tener hijos, es como que alguien que tenga un piano y no lo sepa tocar, no por eso le llamaremos pianista, así mismo debe de ser el rol de los padres, tener hijos y ser la luz que ilumina sus caminos, con su apoyo material, como con sus consejos y sentimientos.
El padre al igual que la madre muchas veces le toca un trabajo titánico el criar a sus hijos solos, así como sabemos que hay padres “que tienen el piano de adorno”, lamentablemente hay madres que se han ausentado físicamente y hasta han abandonado a sus hijos, allí se han formado padres tan valiosos que llegan a tomar el rol de ambos géneros, ser madres y padres al mismo tiempo. Madres que también cumplen ambas funciones, por esos procreadores irresponsables que olvidaron que debían de ser padres y no “sementales” o los que lamentablemente están ausentes de este plano.
Cuando se tienen hijos, el hombre está condenado a ser padre durante toda su vida, la mayoría de edad, esa independencia de los hijos realmente no existe para un verdadero padre. Son los hijos los que se apartan de los verdaderos padres, pero los padres nunca nos podremos apartar de ellos.
La madre tiene condiciones maravillosas y realmente enigmáticas cedidas por Òlódùmarè, por el creador, tan solo el poder albergar en su vientre otra vida es algo que la coloca en un estatus grandioso, pero nunca olvidemos que sin el hombre, sin un procreador que realice en conjunto este maravilloso trabajo de la naturaleza, esa vida no puede llegar a la tierra, luego que esa vida llega le corresponde al padre responsable, ese que tiene grandes sentimientos, a pesar de imponer a veces un carácter fuerte, cuando es prudente, a pesar de no ser tan cariñoso muchas veces como muchas madres, el rol del padre muchas veces es alumbrar ese camino oscuro donde los hijos por inmadurez, por infancia no pueden ver, eso le toca muchas veces a los verdaderos padres.
A pesar de que muchas mujeres han podido criar a sus hijos solas, han luchado de manera heroica por echar para adelante a su familia, igualmente hay padres que lo han hecho, pero sin duda ambos géneros de los procreadores son importantes.
Dice el Odù Ọ̀wọ́nrín…
díá fún Ìṣẹ̀ṣe
tíí ṣe olórí Orò n’Ífẹ
njẹ́ kínni Ìṣẹ̀ṣe ẹni
Ọ̀lódùmarè ni Ìsẹ̀ṣe ẹni
Iṣẹ̀ṣe là bá bọ
kàí tèní b’Ọrìṣà, Ìsẹ̀ṣe
Se realizo adivinación para Ìsẹ̀ṣe (Progenitores)
El líder de la sociedad de Oro de la antigua Ife
Le preguntaron, ¿qué son los Ìsẹ̀ṣe?
Olódúmáré es de los Ìsẹ̀ṣe
Los Ìsẹ̀ṣe nosotros debemos de apaciguar
Antes de apaciguar cualquier Òrìsà, Ìsẹ̀ṣe es primordial.
Bàbá ẹni ni Ìsẹ̀ṣe ẹni
Iṣẹ̀ṣe là bá bọ
kàí tèní b’Ọrìṣà, Ìsẹ̀ṣe
Nuestro propio Padre es un Ìsẹ̀ṣe
Los Ìsẹ̀ṣe nosotros debemos de apaciguar
Antes de apaciguar cualquier Òrìsà, Ìsẹ̀ṣe es primordial.
Y así Ọ̀wọ́nrín…. explica la importancia de los progenitores no solo de la vida terrenal, sino, como esos colaboradores a que lleguen las almas a la tierra. Ifá explica lo importante que debe ser la buena relación de los hijos con su madre y también con su padre, es tan importante que Ifá hace énfasis que primero debemos de mantener contentos a nuestros padres que a los mismos Òrìsàs; de allí podemos sacar la conclusión que muchos mayores nos han ensenado, “el que este bien con su madre, con su padre, está bien ante Dios, y muchos de sus actos errados pueden ser perdonados”, seguro muchos hemos escuchado algo muy similar. De la misma forma que el que es buen padre, buen hijo, es un buen amigo.
Lamentablemente también hay otros casos, donde la ingratitud de los hijos, la radicalidad en sus juzgamientos hacen sufrir a muchos padres, que como seres humanos han cometido algunos errores o simplemente no son valorados correctamente, dice una frase: “Por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre.”.
Llamamos a la reflexión a todos esos hombres que son padres, a todos esos hijos, a que tengan un grato contacto, muy por arriba de los sucesos que hayan pasado, mientras fuese un padre y no un simple hombre, recordemos todo lo bueno y nunca olvidemos, que parte de esa gracia divina de que podamos estar en esta vida es por ellos también, la vida pasa muy rápido y para luego podría ser tarde. Que no sea solo este día, que sean todos los días restantes de ambas vidas, y así no se vean todo el tiempo, así no haya un contacto a diario, que en el alma, en el corazón brille el agradecimiento y hallan gentileza en el trato hacia ese que con defectos, con virtudes, fue el que Òlódùmarè –Dios- eligió para darnos un ticket de entrada a esta agridulce escuela.
A todos los padres le deseamos larga vida, felicidad y muchas ganas para seguir siendo esa luz que ilumina a sus hijos. Los que han perdido a sus hijos, mucha fuerza, porque ese reencuentro llegara, igualmente a todos esos hijos que han perdido a sus padres, cuenten con ellos, porque ellos cuidan de ustedes.
Aquí una bonita historia que deja el Odù Ọ̀wọ́nrín…. Que nos da el mutuo valor que debemos de darle a los hijos, y los hijos a los padres, que la disfruten…
Había un padre que tenía un hijo muy bonito y el niño tenía la costumbre de asomarse al balcón de su casa, el cual tenía vista al mar, a mirar la luna.
Una noche el padre fue hasta él y le preguntó ¿para qué estaba mirando la Luna? y el niño le contestó: “La luna habla conmigo y me a dicho muchas veces que mi padre ha de querer echarme agua en las manos para que me las lave y yo voy a negarme.”
El padre fue donde su esposa, madre del niño, y le relato la respuesta de su hijo, donde ella le dijo: “Esto quiere decir que nosotros un día vamos a ser sus sirvientes, creo que lo mejor sería tirarlo al mar.”
El padre tomo al niño y desde el balcón lo tiró al mar, pero en eso pasó un ave marina, lo rescato y voló con el por tres días, hasta que llegó a una tierra lejana donde lo capturaron; cuando le abrieron la bolsa de su pico delante del Aláfin del pueblo, descubrieron que tenía un niño muy lindo dentro de ella.
El Aláfin que a su vez era Awó de Òrúnmìlà dijo que él se encargaría de él y que sería su hijo adoptivo. El Aláfin consagro en Ifá al niño a los siete años, y este ‘atefó’ Ọ̀wọ́nrín…, cuando llegó a los veintiún años de edad, el Aláfin le dio suficiente dinero y le dijo que fuera a visitar y conocer otras tierras para que aprendiera más Ifá. Mientras tanto el padre y la madre del niño, habían caído en la pobreza y se marcharon a otro pueblo a abrir un negocio, pero no vivían tranquilos, pues sentían siempre gran remordimiento por lo que habían hecho con su hijo.
El Awó Ọ̀wọ́nrín… llegó con su comitiva a aquel pueblo y fue a hospedarse en la casa de su padre biológico sin reconocerlo.
Apenas el Awó llegó allí, el padre se acerco para echarle agua en las manos, para que éste se las lavara, pero Awó Ọ̀wọ́nrín… se negó y el padre se estremeció, entonces Awó Ọ̀wọ́nrín… al notarlo le preguntó: ¿Por qué se asustó cuando no acepté que
me echara agua en las manos? El padre le respondió: ¡Es que me acordé que yo tuve un hijo, que si estuviera vivo tendría tu edad, al cual arrojé al mar, porque hablaba con la luna y un día me dijo que yo habría de echarle agua en las manos y él se negaría.! A lo que respondió el hijo: ¿ que tengo que ver yo con eso?. ¡Nada! contestó el padre, usted es hijo de Òrúnmìlà y yo soy un pobre comerciante.
Cuando Awó Ọ̀wọ́nrín… regresó a su tierra le relato al Aláfin lo que le había sucedido con aquel hombre. Entonces el Aláfin le relato cómo él había llegado a esa tierra y que se acordara que su Ifá decía que el poder estaba en sus manos.
Entonces él comprendió que él era el hijo del comerciante, el comerciante quiso que su hijo fuera a vivir junto con él y su madre, pero el Aláfin les dijo que Ifá ordenaba que ellos fueran a vivir a casa de Òrúnmìlà y que ellos tenían que recibir Ifá, para que se le pudiera perdonar su falta, ya que su hijo era hijo de Òrúnmìlà, era Bàbáláwo.
De la Fraternidad Ifá de las Américas para todos los padres en este día…