Cuando los Bàbáláwos y Òlorìsàs ofrecemos algún sacrificio a las divinidades Òrìsàs como parte de nuestros ceremoniales, preguntamos a la divinidad a la cual ofrendamos cual es el destino de lo que sacrificamos, bien pudieran ser animales, alimentos, objetos de relevancia, etc. El destino podría ser desde consumir los animales y alimentos, hasta llevarlos a algún lugar específico que acredita un significado.
Los sacrificios como parte de nuestros rituales los ofrecemos con el único fin de equilibrar nuestro entorno en la tierra y en la siguiente dimensión con las energías naturales y cósmicas que interactúan con nosotros en el transitar de nuestro destino.
El sacrificio de animales normalmente lo hacemos con animales comestibles, animales llamados “de corral” y también animales silvestres, valga la redundancia consumibles por los humanos.
Luego de la inmolación del animal, el sacrificio se divide en tres partes, la sangre es recibida por la divinidad Òrìsà –energía de la naturaleza positiva-, las vísceras son cocinadas y servidas para Iyami Osoronga (energías negativas femeninas, representantes del mal, llamadas también “brujas”) y las carnes del animal son cocinadas y consumidas por los seres humanos. La complejidad de las tres partes de este proceso tiene como único target el equilibrio entre la vida del ser humano y su entorno celestial. Muchas veces la persona que ofrece el sacrificio no debe consumir de las carnes de los animales sacrificados, todo según como lo indique el oráculo de Ifá o la deidad a quien se le sacrifica.
Como muchos saben cuándo con los animales o alimentos (comidas elaboradas,frutas, vegetales, hierbas, etc.) se utilizan como elementos de purificación para nuestra alma y cuerpo, no deben ser consumidos, ya que estos adquieren las energías negativas que nos circundan y no es prudente retomar estos elementos energéticamente contaminados.
Ifa y la “Regla de Oosa” -llamada santería en occidente por el sincretismo que se creó en su introducción a Cuba- no son las únicas creencias donde el hombre sacrifica animales para purificar o “limpiar” su alma y cuerpo. Los Judíos sacrifican pollos blancos como parte de su ritual llamado Kaparot, donde pasan un pollo por su cuerpo con la intensión de limpiar sus pecados, este rito lo hacen una vez al año y se dice que los pollos luego de sacrificados son donados a los pobres, sin embargo en la ciudad de New York muchos judíos hacen este ritual públicamente en pleno Manhattan, dejando cientos de bolsas plásticas negras llenas de pollos muertos en plena acera. Se dice ingeniosamente que los pollos luego de “llevarse los pecados” son donados a personas pobres para que sean servidos en sus mesas.
No es el tema hablar del sacrifico de animales, a pesar de que somos criticados por muchas personas por que mantenemos esta costumbre que es practicada no solo por las religiones y creencias de origen africano, vemos como una de las religiones más antiguas como la Hebrea aun mantiene también el sacrificio como veneración y purificación.
A todos los que nos juzgan y señalan se les olvida ¿de que material están hechos sus zapatos, cinturón y cartera?, también la memoria les falla al juzgarnos cuando olvidan lo que comen ellos y sus hijos. Si algunos que leen esto son vegetarianos, no olviden que las plantas y árboles tienen tanta vida como nosotros. Es un hecho obligado comentar el sacrificio de animales, lamentablemente no podemos pasar por alto lo hipócrita que es nuestra sociedad.
Recordamos algunas escrituras de la sagrada Biblia Cuando Adán y Eva pecaron, fueron sacrificados animales para que Dios proveyera la ropa para ellos (Génesis 3:21). Caín y Abel ofrecían sacrificios al Señor. Los de Caín no eran aceptados porque él ofrecía fruta, mientras que los de Abel fueron aceptados porque ofrecía de los “primogénitos de sus ovejas” (Génesis 4:4-5). Después que cedió el diluvio, Noé sacrificó animales a Dios. Este sacrificio de Noé fue de olor grato al Señor (Génesis 8:20-21). Dios ordenó a Abraham sacrificar a su hijo Isaac. Abraham obedeció a Dios, pero justo cuando Abraham estaba por sacrificar a Isaac, Dios intervino y proveyó un carnero para que muriera en lugar de Isaac (Génesis 22:10-13), entre otras muchas donde Jehová exige cientos de sacrificios de animales entre estos carneros y bueyes. Actualmente los judíos mantienen esta costumbre entre sus comunidades de sacrificar cientos de ovejas –carneros- en la pascua.
El trato a los animales que sacrificamos es muy importante, lamentablemente todos los seres humanos no somos iguales, en todas las religiones hay sacerdotes buenos y malos, pero muchos de los que practicamos nuestra religión lo hacemos lo más apegado a la rectitud, y consideramos que así como los seres humanos somos hijos de Dios, el creador (Olódúmáré en nuestra creencia Yoruba), los animales también son parte de la creación, y su esencia es muy valiosa para nosotros. Tratamos con respeto el alma de cada ser viviente y más cuando van a ser parte de nuestros actos sacros. Tratamos que su muerte sea lo menos dolorosa posible, evitando las torturas y maltrato sobre todas las cosas.
Lamentablemente el día de hoy el periódico el Nuevo Herald de Miami reseña en su cuerpo la noticia de que un chivo y tres pollos aparecieron decapitados en la Bahía de Biscayne, exactamente detrás de un lujoso edificio de South Beach.
Con gran magnificación de la noticia, pero no dejando de tener algunas razones se señala a “la santería” como responsable de los cadáveres de estos animales. La noticia trasciende ya que la zona donde está éste condominio es de alta categoría y sus residentes estupefactos nunca esperaban ver en las aguas que adornan su lujoso edificio cuerpos de animales descompuestos que afeaban su paisaje y esparcían un fétido olor.
Es común ver en Miami animales muertos dentro de paquetes de papel y fuera de estos, en esquinas, vías de tren, jardines, palmas o en plena calle, todo esto apoyando tristemente las declaraciones al Nuevo Herald de uno de los residentes de ese edificio, que dijo: “Yo no entiendo esto: la mentalidad es salvaje”… “es repugnante”. Es lamentable que este tipo de cosas suceda y seamos señalados como practicantes de una religión que contamina y afea las vías públicas y el medio ambiente.
Este mal que sucede a diario en Miami, seguro pasa en casi todas las ciudades del mundo donde se practica nuestra religión, algunos nos esmeramos por no ser señalados y colaborar con el medio ambiente, sin contaminar con el destino de nuestros “Ebó” (sacrificio) la ciudad donde vivimos.
Es hora de crear conciencia entre los religiosos, sacerdotes y creyentes, y usar el sentido común para llevar al destino los animales de los Ebo (sacrificio) que no consumimos.
A ninguno de nosotros nos gustaría salir de nuestras casas y encontrar en el frente de ella un gallo o un chivo, tampoco nos gustaría ir a la playa con nuestra familia a pasar un día recreacional y toparnos en la orilla con un pollo o un pato sin cabeza y descompuesto. Es una situación muy desagradable y que nos debe llevar a crear conciencia que Ifá y las divinidades son sabias, y comprenden que ya no estamos en siglos pasados donde podíamos haber vivido en una sabana, en una montaña, un bosque o una selva, donde podíamos haber dejado sin mayores contratiempos los componentes de un Ebó (sacrificio) a distancia de la civilización.
Sabemos que hay Odù (figura binaria que compone el oráculo de Ifá) que indican un destino especifico para un Ebó, y debemos de cumplir a cabalidad con hacer llegar el sacrificio al lugar indicado, pero seamos consientes y usemos el sentido común que si debemos ir a un lugar muchos más lejos donde no se perjudique ninguna persona, ningún vecino, ninguna familia, ningún ecosistema con lo que genera la descomposición de los animales debemos de tomar el camino más retirado.
Al preguntar a Ifá hay un sinfín de destinos que podrían ser los del Ebo, desde los menos perjudiciales a la sociedad y al medio ambiente, hasta los más susceptibles y vulnerables a la contaminación. Para manejar Ifá, para consultar a él debemos usar el sentido común. No olvidemos que Èsù muchas veces manipula la respuesta cuando no hacemos una pregunta concreta y apegada a la lógica. Lo más coherente en estos tiempos cuando son sacrificios normales y rutinarios es preguntar como prioridad llevar el Ebó (sacrificio) a la basura, si no es así, preparémonos como seres adelantados y civilizados a llevar en orden y en un camino lejano nuestro Ebó (sacrificio).
Si se tratase de hacer sacrificios y ofrendas a Yemoja (deidad dueña de las aguas) u Olókun (deidad dueña de los océanos) debemos de ir al mar donde no halla casi ningún contacto con otras personas, bahías o playas que no sean balnearios ni parte de una comunidad, debemos ir a playas donde hallan manglares -ecosistemas donde hay una amplia biodiversidad de peces, animales e insectos en agua y tierra que consumen los cadáveres, frutas y alimentos- y sean poco visitadas por las personas, es lo más correcto, ya que allí la misma naturaleza, los mismos animales y peces del lugar se encargan de alimentarse con los objetos del Ebó que dejamos en el lugar.Siempre tomemos en cuenta el no usar bolsas plásticas u objetos sintéticos que no se degraden rápidamente.
Evitemos contaminar aguas, calles, y todo lo que tenga que ver con el medio ambiente, de esta forma le demostramos a la humanidad que los que practicamos esta religión somos seres consientes y no le hacemos mal a nadie (los que de verdad estamos en Ifá y la Oosa por amor a nuestras creencias), y tan importante es quedar bien ante la humanidad como ante Olódúmáré y Odùwa (la madre tierra) demostrándoles que somos seres responsables y colaboradores en la preservación del planeta, no somos ningunos salvajes.
Esto como concejo y sugerencia a los religiosos de todo el mundo. Mostremos sensatez, educación, verdadera sabiduría a la humanidad y a las deidades.
Rafael Molina Oluwo Omo Odù Ifasemu.