El ser religioso no quiere decir que practiquemos la espiritualidad, de allí que muchas personas se confunden y creen que al repetir una mecánica práctica religiosa, se está siendo espiritualista, queremos en esta nota aclarar un poco sobre el tema.
No hay reglas en la Espiritualidad.
A diferencia de la raíz de una ideología específica o de un conjunto de reglas, en la espiritualidad simplemente seguimos nuestro corazón, nos animamos a escuchar nuestra intuición y hacer lo que es correcto para nosotros y para los que nos rodean. Realmente nos hace libre para ser lo mejor que podamos ser, siendo una buena persona sin ninguna promesa de castigo o recompensa. La recompensa es simplemente nuestra propia felicidad y paz interior.
La espiritualidad se basa en el amor y no el miedo
En todas las religiones se destila mucho miedo. El temor a las consecuencias de nuestras acciones, el miedo a lo que pueda pasar después de morir si no vivimos una vida en armonía. En la espiritualidad sólo hay amor, se motiva a concentrar toda nuestra energía sólo en el bien, y actuar sólo en base al bien común. Este es un punto clave, cualquier elección hecha por miedo no va a ser buena para nuestra alma. Considerando que las decisiones hechas por amor nos ayudan, nos hacen más valientes y alimentan nuestra alma. Es una gran fuerza donde el solo hecho de hacer lo correcto rebaza las consecuencias que se presenten.
La Religión nos dice «su verdad» , la Espiritualidad nos permite descubrirla.
Cada religión nos muestra una teoría de la creación, del universo, del por que estamos acá, la espiritualidad nos permite hacernos una gama de preguntas y descubrir las respuestas por nosotros mismos. Tenemos la potestad de encontrar nuestra propia verdad en todas las cosas y no anteponernos límites a la profundidad de comprender todo lo que hay que saber.
La Religión separa, la Espiritualidad une.
A través de nuestro mundo hay muchas religiones y todas predican que su historia es la historia correcta, legitima. La Espiritualidad ve la verdad en todas ellas y nos une , porque la verdad es la misma para todos nosotros a pesar de nuestras diferencias y unicidad. Se centra en la calidad del mensaje divino que compartimos y no en las diferencias de los detalles de los relatos históricos y míticos.
La diferencia con el Karma y el castigo
En lugar de hablar de castigo o la amenaza del infierno, la Espiritualidad sólo habla de Karma. Es la ley de atracción, se recibe lo que se da.
Construimos nuestro Propio Camino.
En lugar de seguir las historias de ángeles y dioses, la espiritualidad nos impulsa a hacer nuestro propio camino y crear nuestras propias historias. Esto nos coloca en un viaje de iluminación y de autodescubrimiento en donde los únicos límites los establecemos nosotros mismo. Nos motiva a confiar en nuestro corazón, siguiendo el sentido común en la ruta del bien.
Toda religión, incluyendo nuestra creencia Ifá Òrìsà tiene una profunda espiritualidad, Òrúnmìlà, Mahoma y Jesucristo, entre otros, tuvieron viajes astrales, viajes espirituales antes de mostrar los caminos que ellos hicieron en sus propios viajes. Por lo tanto, toda religión, a pesar de tener sus escrituras, sus leyes orales, su «mecánica», también posee una profunda espiritualidad, todos los seres humanos podemos practicar una religión, y cuando nuestra creencia es objetiva, rebasa la acostumbrada teoría, pasamos fácilmente a cultivar nuestra alma, a nutrir nuestra aura con buenos actos, con buenas acciones, con positivos pensamientos.
Cualquier religión que separe y cree el divisionismo no es buena, esto destruye los ideales que Olódúmáré (Dios, el cual es llamado en diferentes nombres) dejo para nosotros.
La espiritualidad nos recuerda que no estamos separados, ni divididos, que no existen las fronteras, las razas o las culturas. Siempre nos recordara que somos una misma unión y la única verdad absoluta es el hacer el bien.
Podemos ser religiosos espirituales, al practicar esto notaremos una gran diferencia del antes y el después de nuestra alma…
SI ESTA NOTA ES DE SU AGRADO, NO LA COPIE, NO LA PLAGIE, COMPARTALA.
por Rafael Molina Oluwo Ifasemu para Fraternidad Ifá de las Américas.