Muerte enviada del cielo…
Miami, Septiembre 7 de 2015
Nuestra creencia procedente del noreste de África llegó de una manera aterradora y cruel a occidente. Arribaron conocimientos y claves para el desarrollo de una sabiduría geomántica y espiritual bañada de sangre, dolor y amargura.
Fueron varias las creencias tradicionales africanas que se segmentaron en este continente con la llegada de los esclavos, hay que recorrer varias islas y países para conocer el arraigo de las creencias primitivas indígenas que van mas allá de lo que imaginamos y convencionalmente es mentado. Ifá, Fa, Oosa, Òrìsàs, Vodun, Bantú, Odinani entre otras religiones fueron los bastiones que continuaron en América fundando sus ramificaciones de creencias afroamericanas.
Escribir sobre el terrorífico tema de la esclavitud no es nuestra idea en este articulo, pero por obligación saldrán a relucir ápices de lo que fue el doloroso y sangriento medio de exportación usado por las divinidades para sembrar su veneración en occidente. No podemos olvidar que fueron los colonizadores Europeos los que propiciaron y trajeron a los africanos esclavizados, pero tampoco podemos ignorar que esto fue con la gran colaboración de los mismos hermanos de esos africanos, esos que en gran parte quedaron en los países del viejo continente, no les toco el espeluznante viaje de muerte y vejación porque ellos mismos traicionaron y capturaron a sus hermanos para entregarlos a los colonizadores. La historia no miente y vamos a las páginas del Imperio de Oyo donde el Alaafin Awole maldijo a su pueblo por traidor y fue tanta la decepción hacia su raza que se suicido, la maldición de Awole fue tan efectiva que todos los sucesores vivieron los amargos momentos que fueron mencionados en la decepcionante ira del traicionado rey (ver Law, Robin (1975). «A West African Cavalry State: The Kingdom of Oyo»).
Entre la mediocre rivalidad que han creado algunos sacerdotes comerciantes y tontos vanidosos sobre la ‘originalidad’ de la práctica de Ifá y Oosa afroamericana y la que queda en Nigeria, hemos escuchado y leído de ¿como los africanos esclavizados de los cuales heredamos nuestra fe trajeron los ‘fundamentos’ -receptáculos- de África, si ellos trajeron consigo en sus cuerpos quizás algunos trapos?. La mediocridad y la bajeza espiritual de los que atacan las ricas y maravillosas religiones afroamericanas para desmeritarlas es tan grande que no conocen lo que es la espiritualidad en las religiones, que no se han preocupado de profundizar en la muy mencionada palabra Àṣẹ; no toman en cuenta que un color de piel, una nacionalidad, un titulo, no garantiza conocimientos, ni mucho menos el adosar energía espiritual que depende del ‘¿cuánto vale?’. Esto es como si le dijéramos al Papa Francisco que él no es el máximo líder de la religión católica por que el nació en Argentina, y que no tiene ninguna injerencia celestial por no haber nacido en Israel. De la misma forma es como aquel que sea Católico no lo es porque no nació en Israel o por qué no se inicia en el Vaticano, el que cree en el profundo hinduismo no lo es porque nunca hizo sus ritos en la India o el que practica el Islán y no fue iniciado en Arabia Saudita tampoco lo es. Tan tontos y desatinados son los alegatos de los astutos comerciantes y de los tontos arrogantes que se les va la vida en una competencia de alarde banal donde su alma cada vez luce más apagada; ¿quien dice que los Ikines de tres ojos no hablan? -Bascom, William. Ifa Divination: Communication between Gods and Men in West Africa- o que los Olórìsàs que coronaron su Òrìsà alagbatori bajo el legado afrocubano no tienen Àṣẹ -Nos remitimos a las ceremonias previas a la iniciación-.
Las creencias afroamericanas son vistosas y llamativas, entre estas están Candomblé, Macumba, Umbanda y Quimbanda, originarios de Brasil; Ifa, Oosa, Mayombe y Abakuá, originarios de Cuba; Hoodoo, originario del sur de Estados Unidos; las 21 divisiones, originario de la República Dominicana; Winti, originario de Surinam; Obeah, originario de Jamaica y Vudú, desarrollado en Haiti.
Cada una de estas creencias son atractivas, su magia y profundidad las hace crear un catalogo místico en el cual los occidentales elegimos el que creamos cubra nuestras expectativas para estar más cerca de las divinidades, más cerca de Olódúmáré, Dios.
Los hechos, las acciones, los resultados, nos han demostrado que Ifá y la Oosa son muy efectivos y mas allá de ayudarnos a vivir una vida más llevadera en la tierra, podemos engrandecer nuestra espiritualidad a través de ellos; para esto debemos de apartar el fanatismo, profundizar en nuestros estudios y comenzar a tener el desapego por lo material, enfocándonos como prioridad en nuestro crecimiento espiritual, desempeñando una buena conducta, ayudados por la guía de las divinidades Òrìsàs a través de sus oráculos.
Realmente disponemos de una creencia muy rica en elementos espirituales, muy eficiente en predicciones, muy profunda si investigamos sobre ella, si aprendemos a utilizarla para lo que realmente necesitamos.
Hemos tenido una religión para nuestra orientación personal, familiar y para nuestro entorno en general, pero ¿hemos pensado basados en nuestras raíces religiosas que es lo que está pasando en el mundo ahora mismo? ¿Qué puede pasar si las cosas continúan como van? ¿Hemos visto mas allá de lo que pasa en nuestras cuatro paredes, en nuestro circulo social?. Es tiempo de meditar, de reflexionar sobre los acontecimientos que están pasando en nuestro mundo, nuestro mundo que es la divinidad Onile, la tierra.
Onile, la tierra, es nuestro hogar, en ella cohabitamos millones de seres vivos, ella es quien nos sostiene en este transitar terrenal y es la que sostendrá a nuestras venideras generaciones, no han sido para nada ignorantes las cientos de razas indígenas que han venerado y cuidado la tierra, realmente los ignorantes hemos sido nosotros o más bien los irresponsables. Irresponsables a no preocuparnos por preservar y cuidar nuestro hogar, este planeta que no solo con contaminación y destrucción de ecosistemas estamos destruyendo, también con guerras, con malos sentimientos, con energías negativas que alimentamos con nuestras acciones, el planeta también sufre.
Todas las religiones tienen su predicción del final de la humanidad, cada una lo ha manifestado de una forma diferente, pero siempre con la mira de la aniquilación de la población. La ciencia misma ha demostrado que esto va a suceder, de hecho hace 65 millones de años un asteroide de 9 kilometro de ancho impacto la tierra, en la península de Yucatán, México, pero este apocalipsis no afecto a la humanidad, no hay data de sus existencia en ese entonces. Esto puede suceder en cualquier momento, lo que no sabemos es cuando.
Han sido muchos los falsos profetas en la historia de la humanidad, hasta en tiempos modernos, pero debemos de ser objetivos y ver como muchas profecías se han cumplido, el hambre, las pandemias, la miseria, los asesinatos, las millones de muertes, las injusticias, la maldad de los poderosos, que para controlar aniquilan millones de vidas; el plan de la destrucción de los seres vivos esta ante nuestros ojos. Esto que vivimos, entre fenómenos naturales y señales sobre naturales como lunas de sangre, no es juego.
El ser humano históricamente ha hecho de la tierra un campo de batalla, las guerras han sido casi incesables desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, la diferencia ha sido el tipo de armas usadas, que modernamente no están para afectar solo al enemigo principal, sino, para aniquilar a millones de seres vivientes que son ajenos a los conflictos, y de hecho a destruir la tierra. Las armas químicas y atómicas destruyen los sistemas de todo tipo, principalmente lo que necesitamos para producir alimentos, la contaminación de la poca agua potable hará que hayan una mayor aceleración de muertes. Nos damos cuenta como nuestros pensamientos, esa maldad que muchas veces no podemos controlar, no solo nos afecta enormemente de manera personal, sino, que colaboramos a la destrucción de nuestro hogar, Onile, la tierra.
Actualmente hay millones de seres humanos muriendo de hambre, de enfermedades, seres vivos de otras especies que nosotros estamos aniquilando. Los seres humanos estamos matándonos entre nosotros, en nombre de religiones el sufrimiento y muerte de millones de personas en manos de extremistas, terroristas parece indetenible. Podemos pensar de manera individual ¿y cómo podemos nosotros evitar esto?, podemos colaborar a que haya paz entre nosotros mismos, de allí parte la premisa que si la mayoría lográramos la paz interna, nos preocupáramos por el planeta tierra, por los seres vivos que son creados por Olódúmáré, diferenciáramos muy bien entre el sacrificio y la inmolación indiscriminada, colaboremos con el medio ambiente, no contamináramos con nuestros ‘Ebó’, aminoráramos nuestros malos sentimientos al máximo, eso sería un gran aporte al planeta.
No olvidemos que somos religiosos y los religiosos de verdad deben ser espiritualistas, y si creemos en lo que profesamos estamos más que claros que todo lo que nosotros vemos, tocamos y sentimos es la creación de Olódúmáré, y si respetamos y cuidamos su creación el estará contento con nosotros, al igual que las divinidades y deidades que el mismo colocó en nuestra casa, esa que llamamos tierra.
En Ifá o en la Oosa no compartimos el terror psicológico que aplican las religiones convencionales referente al miedo que hay que tenerle a Dios, pero estemos consientes que todas nuestras acciones repercutirán en el cielo, y las consecuencias no solo personales, también las globales, las percibiremos, nuestro grado de conciencia debe de maximizarse.
El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.
por Rafael Molina Oluwo Ifasemu para Fraternidad Ifá de las Américas.
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