Los sacerdotes fuimos consagrados para ser guías y ejemplos, no para ser competencia. Cuando comienza la rivalidad, se despiertan los más oscuros sentimientos, que mas allá de mostrar sabiduría o grandeza, muestran oscuridad, envidia y perversión. Allí comienza el desbalance, ya no podemos mostrarnos como sacerdotes, como espiritualistas, simplemente como mediocres, aunque creamos que nos vemos bien.
La altanería, la envidia, el hablar mal de otros sacerdotes, no por que infrinjan el correcto proceder sacro y moral, sino, el hacer señalamientos personales, estamos brindando una imagen oscura de nosotros mismos, una imagen donde solo los falsos amigos nos aplauden e incitan a seguir dando vergüenza, pero a nuestras espaldas se burlan de nuestro comportamiento incongruente, a pesar de apoyar nuestro errado proceder.
Si hacemos el bien, si admiramos y reconocemos la labor positiva de los demás, si nos preocupamos por ser mejores y realmente aportar a Ifá o la Oosa, seguramente nos volveremos invencibles y esta creencia será cada vez más difícil de acceder a los estafadores y farsantes, consagrados y no consagrados, que están robando y engañando en nombre de Ifá y los Òrìsàs.
Sumemos, no restemos, aportemos, no quitemos, la envidia es la peor de las enfermedades del alma, sus síntomas son tan evidentes como destructivos… si realmente no tenemos la capacidad de aportar a la religión, dejemos que los que quieren y pueden hacerlo continúen el camino.
Fraternidad Ifá de las Américas
Siguenos en: Instagram @fraternidadifa twitter @fraternidadifa facebook /ifadelasamericas Youtube /ifadelasamericas