«Gbogbo ohun ti a bá şe l’áyé
L’a ó kúnlè rò l’órun».
«De todo lo que hacemos en la tierra,
Debemos rendir cuentas arrodillados
en el cielo».
Valoramos tanto el final de la vida aquí en la tierra como un asunto de seria importancia.
Ese final, involucra la cuestión de en que se convierte un hombre después de la vida.
Cada religión tiene que enfrentarse con esta escatológica cuestión y, nuevamente, la respuesta depende en la concepción del hombre acerca de su Deidad.
El asunto del destino final del hombre está dividido naturalmente, bajo dos encabezados, el de la Muerte y el de la Vida después de la muerte, este último involucra una vista a la idea del Juicio. Debemos examinar la escatología completa Yorùbá bajo estos dos encabezados.
Muerte
El hecho de la muerte es una interrogante perturbadora y revoltosa escrita en cada una de las cosas. El hombre ha sido forzado, desde que tuvo que empezar a lidiar con ello, el ocupar su mente con la pregunta de su origen y misión. Los Yorùbá como miembros de la raza humana no somos la excepción; así, de la evidencia en nuestra destrucción, hemos encontrado que es un tema que ha sido cuidadosamente pensado. El nombre para ello es Ikú, que además de estar designada para ‘morir’ también, y más importantemente, es el nombre para el poder personificado, el agente responsable, bajo la comisión de Òlódùmarè, de asesinar y llevarse a la gente de la tierra. La pregunta del inicio de su operación en la vida de los hombres es aquello que le ha dado esa importancia, a pesar de que han mostrado cierta curiosidad al respecto. Hay una concepción acerca de este inicio la cual dice que Ikú empezó a matar solo cuando fue terriblemente ofendida; esto fue , cuando su madre fue asesinada en el mercado de Èjìgbò-Mekùn. Esto está contenido en el Odù Òyèkú-Méjì:
Wón pa ìyá Ikú
S’ ójà Èjìgbò-Mekùn:
Ikú gbó ń ‘lé,
Ikú han bí àgon Il’óyè,
Ikú han bí Hellín arawo:
Ó f’oká şe késé,
Ó f’erè şe bàtà,
Ó f’àkekèé ş’òjá
Ikú ta Orí ìgbá,
Ìgbá gbìrì’a ń’ lè;
Ikú ta Orí Egúngún,
Egúngún gbìrì’à ń ‘lè.
La madre de Ikú fue asesinada
En el mercado de Èjìgbò-Mekùn;
Ikú escuchó en la casa,
Ikú arañó como el àgan de Il’óyè
Ikú salió corriendo como un huevo de arawo;
Hizo a las cobras sus espuelas,
Hizo a las boas sus zapatos,
Hizo de los escorpiones sus cinturón;
Ikú cayó sobre el Árbol de Frijoles Saltarines,
El árbol cayó al suelos;
Ikú cayó sobre el Árbol de Algodón Blanco,
El Árbol de Algodón Blanco cayó al suelo.
Esto dice que la Muerte empezó a matar porque la madre de la Muerte fue asesinada. No se espera que esto permanezca como la creencia ortodoxa Yorùbá acerca del origen de la muerte.
La creencia ortodoxa común es que Ikú es creación de Òlódùmarè: él lo hizo con el propósito específico de llamar a cualquiera que hubiese cumplido su tiempo en la tierra. Es por eso que es conocido como Òjísé Òrun –‘Bailiff del Cielo’. Cuando piensan en la Muerte como ‘morir’, entonces lo describen como un ‘deuda’ – la deuda que todos tenemos que pagar. Esto es tanto como decir que la muerte es inevitable y es el final al que llegan todas la personas que vienen al mundo.
En nuestra religión creemos que la muerte es para las personas de edad avanzada y por eso le dan las condiciones adecuadas, cada persona debe de vivir hasta la vejez. Es por eso que cuando una persona joven muere, lo consideramos una tragedia. Por otro lado, la muerte de una persona mayor es una ocasión de regocijo porque la persona solamente ha sido llamado de regreso a casa y sus hijos están vivos para sepultarlo. Debido a la marcada creencia de que la muerte es primeramente la llamada de regreso a casa para los ancianos, los Yorùbá algunas veces dicen Ikú kìí pa’ ni, ayò ní í pani – ‘Ikú no mata: son los excesos los que matan’. Esto por supuesto, se refiere a que la muerte no se lleva a las personas violenta o prematuramente a través de sus propias acciones extraordinarias y diferencia entre eso y el tipo de muerte que es ‘normal’ y ‘natural’ – la casa llamó al anciano.
A pesar de que la muerte es inevitable y no puede prevenirse, los Yorùbá actuamos según la creencia de que puede ser aplazada. Puede ser aplazada a través de la intervención de Òrúnmìlà, o cualquier otra divinidad. Hay un mito en el que se tiene el secreto de Ikú, quien era naturalmente una fuerte de inconformidad entre los hombres, y no se conocía al principio. Eventualmente, sin embargo, Èsù ingeniosamente sobornó al hijo de Ikú el cual como consecuencia, le reveló que Ikú asesinaba con un mazo. Ese era el recurso indispensable para el poder sobre los hombres: quitárselo para que el dejara de tener poderes. El siguiente movimiento de Èsù fue para lograr su mas deseado fin fue a sobornar a Ìjàpá (la Tortuga, el héroe más popular de las historias Yorùbá) para que lo ayudara. Ìjàpá se pudo a trabajar y mediante una muy astuta estrategia logró arrebatarle el mazo a Ikú. Ikú de inmediato se quedó sin poderes como lo habían predicho y todos se regocijaron de que Ìjàpá gb’òrúkúlówo ikú, ayé Ifè d’òfé – ‘Ìjàpá le ha quitado su mazo a Ikú; Ifè ha sido liberado de su ansiedad’. Sin embargo, después Ikú hizo un pacto con Òrúnmìlà bajo la condición de que Òrúnmìlà lo ayudara a recuperar su mazo, y entonces él respetaría la intervención de Òrúnmìlà cuando cualquiera de sus víctimas estuvieran bajo su protección. El mito concluye diciendo, Ikú se lleva solamente a aquellos que no están bajo la protección de Òrúnmìlà o aquellos que están absolutamente listos para irse a casa.
Sin embargo sabemos que se puede hacer algo aun cuando Ikú esté totalmente listo. De aquí el dicho, Àrùn, làá wo, a kìí wo ikú – ‘Es la enfermedad la que puede ser sanada; la muerte no se puede sanar’, esto es, uno puede tratarse una enfermedad con medicina, pero no puede hacer lo mismo con la muerte. Un Odù, Ìrosùn-Oşó, inicia con las siguientes tres líneas:
Àìdé Ikú l’à ń b’òsun
Àìdé Ikú l’à ń b’òòşà
B’Íkú bá dé, Ikú ‘Ò gb’ebo
Es cuando Ikú aun no esta listo cuando trabaja para propiciar a Òşun;
Es cuando Ikú aún no está listo cuando trabaja para propiciar a Òrìsà;
Cuando Ikú ya está listo, Ikú no hace ningún sacrificio.
Otro Odù-Ìwòrì-Òsá dice:
Ikú ì bá gb’ owó,
Owó l’à bá san:
Òjíşé òrun kìí gb’ owó
Si Ikú acepta rendiciones,
Es con una rendición con lo que le pagaremos;
El Bailiff del cielo no acepta rendiciones.
Así, creemos que tarde que temprano, todos deben de morir. La Muerte es inevitable ya que es la conclusión de la existencia en la tierra del hombre.
La Vida Después de la Muerte
¿Qué viene después de la muerte de un hombre? Esto, nuevamente, es una pregunta que durante mucho tiempo ha atormentado a todas las religiones. ‘¿Después de la muerte qué? Y todas las religiones, cada uno a su propia manera y de acuerdo con la concepción de la constitución esencial de la vida, ha encontrado una respuesta. A esta pregunta, los Yorùbá son definitivos en su respuesta.
La muerte no es el final de la vida. Es solamente un medio en donde la existencia en la tierra es cambiada otra. Después de la muerte, entonces, el hombre pasa a la ‘vida posterior’ que es llamada Èhìn-Ìwà – ‘Después de la vida’. Esta Èhìn-Ìwà es de vital importancia más que la vida presente, sin importar que tan prospera haya sido esta. Lo Yorùbá hablan acerca de Èhìn-Ìwà ti í şègbón Òní – ‘Después de la vida la cual es superior a Hoy (el presente)’. Cualquier cosa que se haga en la vida presente, entonces, debe de hacerse a favor a este grandioso futuro: Nítorí Èhìn-Ìwà l’a şe òní l’ óore – ‘Es a cuenta de la Vida después de la Muerte que tratamos al Hoy con hospitalidad (que hagamos un buen uso del presente y no abusemos de él). En Èhìn-Ìwà, aquellos que hayan terminado aquí continúan viviendo. Esta creencia es afirmada de diversas formas.
a) Dicha de anticipación. Los ancianos Yorùbá van más allá de un anhelo o un temor en anticipación a lo que les pueda estar esperando en la nueva vida en la cual ellos están destinados a viajar de acuerdo a sus deseos. Es muy común escuchar entre los ancianos el dicho Mò ńre ‘lé – ‘Me voy a Casa’ o Ilé ti yá – ‘Estoy listo para la Casa’, lo que significa que está listo para morir y entrara a Èhìn-Ìwà. Cuando se ve a una persona mayor hablando consigo mismo, se cree que está hablando con sus socios o parientes que ya se han ido. Si se le pregunta, él mismo a veces confirma eso. Los Yorùbá dicen des esas personas que ya no escuchan lo que se dice aquí, su conversación es con aquellos del ‘otro lado’.
b) Sepultura y Ritos Funerales. Estos son observados con detalles variados de un lugar a otro; pero el motivo principal así como la rutina general es la misma. Los ritos son aquellos tales como los planean los sobrevivientes que creen fuertemente que el difunto únicamente está haciendo un viaje, del final de una vida al inicio de otra. Inmediatamente cuando una persona muere, el primer rito es el sacrificar un ave llamada Adìe-ìrànà – ‘el ave viajera’. Esto se hace para hacerle el camino más fácil. Cuando el cadáver es acostado, se prepara un guisado de camote y una porción es colocada a sus pies; esta es comida para el difunto. Durante el funeral, los hijos y parientes del difunto se reúnen y cada uno le lleva ropa, aves o animales. El cuerpo es envuelto en toda la ropa que se cree la persona usará en la siguiente vida. Cuando el cadáver es bajado a la tumba, los sobrevivientes se juntan, cada uno de acuerdo al estatus de su familia y cada uno llevando un sacrificio animal, comúnmente una cabra: ofreciéndolo como regalo a través del oficiante, pidiendo que la persona fallecida lo acepte, y rezando para que el no se duerma en Òrun, sino que abra bien los ojos y que siempre vea por sus hijos, cuidándolos bien, proveyéndoles lo necesario y ayudándolos en sus dificultades. Otras personas además de sus hijos y parientes también envían mensajes, orales o materiales, a través del difunto para sus amigos que hayan partido antes.
Se separan las nueces de cola y se colocan ciertos artículos incluyendo comida y condimentos al lado del cuerpo. Este rito es conocido como Bí bá òkú ya-‘ hùn – ‘entrando a un convenio con el difunto’. La parte esencial del rito es el decirle hasta luego al difunto, imprimiendo sobre él que ya no es habitante de la tierra, su deber es el proteger y cuidar a sus hijos, parientes y amigos; él no debe de molestar a nadie ni permitir ser empleado por algún malicioso; ahora debe de irse a formar parte de la dichosa vida del cielo, y no desviarse tomando partido en cualquier cosa indigna.
Para una persona que muere a una edad aceptable, mientras se presentan los regalos de los hijos se dicen las siguientes palabras:
Ńşe l’a ti rò pé o máa şe t’oyè
K’á bá o şé;
Şùgbón, nísisìyí, òpá òjijì ti wá
Şé àgbò n’íwo.
Hemos presumido que recibirás un titulo de jefatura
Así que celebraremos contigo,
En donde, ahora, un repentino garrote ha llegado
Para romper los cuernos del carnero (la Muerte te ha privado de eso)
Algunos días después del funeral, hay otro rito conocido como Fífa eégún òkú wolé – ‘Trayendo el espíritu del difunto a la casa’. Mediante este, se cree, que los sobrevivientes serán nuevamente capaces de relacionarse con el difunto. El rito se lleva a cabo en la noche cuando todas las luces se han extinguido. Como resultado de ello se hace una capilla en una esquina o al pie de la pared central de la pared de la casa; este es un punto especial de reunión entre el difunto y sus hijos. Ahí, ellos van y le hacen ofrendas, hablan con él, le piden favores especiales, hacen convenios o juran algo sobre sus huesos. Por supuesto, además de este lugar, los Yorùbá, en general, sienten que pueden hablar con una persona fallecida en cualquier lugar y en cualquier momento, ya que ellos pueden estar en cualquier lugar que elijan, ahora que está libre de limitaciones impuestas por su vida física.
c) Sueños y Apariciones. Los Yorùbá creen que los muertos pueden ser vistos en sueños o trances, y que desde ahí pueden darles información o explicaciones, o darles instrucciones, o cualquier cosa de importancia para la familia cuando esté en un serio predicamento. También pueden enviar mensajes a través de otras personas o a través de ciertos cultos para sus amigos. a lo largo del camino o en lugares solitarios, o durante la noche, se cree que el difunto puede aparecérsele a una persona ya sea para proporcionarle ayuda, para guiarlo o para molestarlo. Un dirge Yorùbá que podemos usar para ilustrar esto es como sigue:
Ó di gbéré!
Ó d’à-rìn-nà-kò!
Ó d’ojú àlá!
Es la despedida final!
Ahora es cosa de encontrarse en el camino,
Ahora es en sueños (en donde nos encontraremos).
Por supuesto, hay algunos que dicen que ya que los difuntos continúan viviendo después de la vida, no tienen nada más que hacer con aquellos que están aquí. Ese es el punto de vista expresado en el siguiente dicho Eni tó kú kò wè hìn mó, ó ti f’owó ro igi ìgbàgbé –‘El difunto no piensa en las cosas que dejó atrás’; o Eni t ó kú ti re Òkè-Odò: ó ti f’ owó ro igi ìgàgbé – ‘El difunto se ha ido del otro lado del río: ha dejado su mano en el árbol del olvido’ (ha olvidado lo que dejó atrás). Tal opinión gana adeptos especialmente cuando las cosas no van bien con los sobrevivientes y los ancestros parecen estar sordos ante sus plegarias. Pero esto está muy lejos de ser una opinión generalmente aceptada, o que persista más que sus autores.
d) Comunión con los Ancestros. Ahora estamos en posición de ser el verdadero significado del fenómeno al cual se le ha dado de ‘Alabanza a los Ancestros’, la causa principal de este es la invencible convicción de que aquellos que han dejado este mundo solamente han cambiado su vida por otra. En consecuencia por haber ido a esa vida, han sido liberados de rodas las restricciones impuestas por la tierra: así es como poseen potenciales ilimitados que pueden explotar para el beneficio o para el detrimento de aquellos que aun viven en la tierra. Por estas razones es necesario mantenerlos en un estado de tranquilidad. Pero esto es solo incidental. Primeramente la ‘Alabanza a los Ancestros’ es una extensión infinita de las actividades de la familia. Aquellos que mueren no permanecen en la tumba. Su cuerpo de hecho continua ahí, pero su esencia permanece a parte de sus ‘cuerpos terrestres’. De hecho, los Yorùbá creen que el difunto permanece a un lado y ve todo lo que se hace durante el entierro y los ritos funerales. No deja la casa o sus propiedades hasta unos días después del entierro, y todavía después de completar ciertos ritos esenciales. Esto es a consecuencia de la creencia de que los difuntos en realidad nunca están en la tumba que los Yorùbá no tienen doctrina de la Resurrección del Cuerpo; que es, no en el sentido dramático, escatológico en que una tumba señala la muerte y la consumación de todas las cosas. Para los Yorùbá, lo que acontece sucede inmediatamente después de la muerte – el difunto, después de que se han realizado todos los rituales necesarios, pasa a través de un túnel hasta la presencia de Òlódùmarè para recibir cualquier juicio que lo aguarde. Ya que el difunto realmente nunca está en la tumba, continúan siendo los padres o las madres que fueron antes de morir, capaces de realizar sus funciones paternales, ahora de una manera más poderosa, sobre sus sobrevivientes. Los Yorùbá aun dicen Bàbá mi – ‘Mi padre’, o Ìyá mi – ‘Mi madre’, cuando hablan acerca de sus difuntos padres. A pesar de que hablan de traer el espíritu del difunto a la casa, raramente dicen ‘Voy a hablar con el ‘espíritu’ de mi padre’; lo que dicen es ‘Voy a hablar con mi padre’. Así los difuntos continúan teniendo alguna relación con los que eran su familia cuando estaban en la tierra. Esto muestra que ‘el Culto a los Ancestros’ es una nomenclatura errónea para lo que de hecho no es un ‘culto’ sino la continuación de una relación entre el padre que ya ha partido de este mundo y la descendencia que aun está aquí. Este es una visión que es señalada por el Odù Ogbè-Ìrosùn que dice que una persona debe de rendir sus deberes filiales a un padre difunto para que pueda tener hijos que lo cuiden.
e) Egúngún y Orò. Estos dos cultos son medios para demostrar de una manera más concreta la creencia de que aquellos que se van de esta tierra continúan su existencia en cualquier otro lugar y están en ‘contacto’ activo con aquellos que aun están aquí.
Egúngún designa el espíritu del difunto quien es llamado en la capilla ancestral. Se materializa en una figura vestida que es especialmente designada para dar la impresión de que el difunto está haciendo una reaparición temporal en la tierra. Esta manifestación puede ser de un ancestro en especifico. Cuando este sea el caso, un rito de ‘crear’ el Egúngún toma lugar periódicamente, una vez al año o más seguido. Egúngún también simboliza la más amplia concepción de que hay una vida después de la vida y que entre los que ya se han ido y los que aun están en la tierra, hay un muy cercano y activo lazo. En este caso, el Egúngún es solo Ará-Òrun – ‘Visitante del cielo’.
Para preservar la ilusión de que el Egúngún es Ará Òrun, el personaje es cubierto completamente con un traje que no permite apreciar sus características físicas principales. Solo puede ver a través de un angosto y cerrado tejido y habla con una ‘aguda voz de soprano’. Nadie, excepto unos pocos autorizados, pueden acercársele o tocarlo.
Las características distintivas de Orò es su ‘voz’ lo que es el ‘bullroarer’, y el hecho de que, sobre todas las cosas, solo opera dentro del bosque y aparece solo por las noches. Solo hay unas pocas comunidades en las que se materializa como una figura enmascarada: es esos lugares las mujeres son encerradas cuando Orò aparece.
Oró tal como Egúngún solían operar como instrumentos de disciplina y ejecución en los gobiernos Yorùbá de la antigüedad.
Los Yorùbá enfatizan la concepción de que tanto Egúngún como Orò se derivan de un motivo en común. Para apoyar esto, hay una historia, entre otras, en la que Egúngún y Orò eran hermanos, siendo Orò el mayor. Ambos eran labradores y era deber de sus esposas el vender los productos de sus granjas en el mercado.
La esposa de Egúngún era muy ahorrativa y capaz, y era así como tenia suficiente dinero para comprarle ropa a su esposo, mientras que la esposa de Orò era por demás desprendida y no podía resistir la tentación de la comida y las pequeñeces. Un día Egúngún se puso sus ropas y le pidió a Orò que saliera con él, pero Oró no tenía que ponerse. Eso le abrió los ojos a Orò a las fallas de su esposa; y entonces alcanzó un látigo y empezó a flagelarla. La esposa consiguió escaparse, y él consideró que no valía ni unas pocas cenizas. Él fue afrontado; especialmente por no haber corrido tras de ellas porque estaba desnudo. Así inició su llamado sin fin – la ‘voz’ que escuchamos es el llamado a Bunńbun, su esposa, para que regresara por todas sus bien merecidas cenizas. Esta historia circula, por supuesto, solo en aquellos lugares en donde Orò nunca se materializa con figuras enmascaradas. Pero el motivo es claro: muestra el hecho de que Egúngún y Orò son hermanos gemelos.
f) Reencarnación parcial. Es casi seguro que no hay una creencia en el sentido clásico de la reencarnación entre los Yorùbá; esto es, en el sentido que ‘la Reencarnación es el pasar del alma de un cuerpo a otro… la suerte del alma estará determinada por su comportamiento y así dirá cual será la forma de vida que encarne’. Los Yorùbá hablan acerca de À-tún-wá – ‘Otro que viene’; pero en realidad, no se parece en nada en especifico.
La creencia específica de los Yorùbá acerca de aquellos que han dejado este mundo es que una vez que han llegado al Después de la Vida, ahí permanecen, y ahí los sobrevivientes y sus hijos pueden mantener una interacción ininterrumpida con ellos, especialmente si han sido buenas personas mientras estuvieron en la tierra y estaban listos para la muerte cuando fallecieron.
Sin embargo, nos encontramos con la paradoja involucrada en la creencia de los Yorùbá difuntos ‘reencarnan’ en sus nietos y bisnietos. En primer lugar se creen que en lugar de esta reencarnación, los difuntos continúan viviendo después de la vida; aquellos que aun están en el mundo pueden tener comunión con ellos y ellos están ahí con todas sus cualidades ancestrales. Segundo, se cree que ellos ‘reencarnan’, no solo en sus nietos o bisnietos, sino también en los nietos y bisnietos de generaciones posteriores y de contemporáneos, que pueden ser hermanos y hermanas y primos, tías, y sobrinos, tíos y sobrinas, y demás. Aún, a pesar de estos repetidos ‘renacimientos’ que deben de ser bastante exhaustivos, los difuntos continúan con completa vida y vigor en Èhìn-Ìwà.
Para tener alguna luz en esta paradoja, nos ayudaría el examinar primero el proceso por el cual un ancestro ‘reencarnado’ es identificado.
Cuando el niño tiene tres meses de nacido, se consulta el oráculo; este rito es conocido como Mímo Orí omo – ‘Conociendo el Orí del niño’, o Gbígbó Orí omo – ‘Escuchando el Orí del niño’. Ahora, esto es lo más significante: de acuerdo con este rito, el conocer el Orí del niño es conocer al ancestro que ha ‘reencarnado’. También debe de hacer notarse que la ‘reencarnación’ de un ancestro es conocido como Yíya omo- ‘Convirtiendose para ser niño’, o ‘volverse encarnado’. Es tomado como un buen augurio el cumplimiento de la bendición que los que desean el bien invocan sobre los sobrevivientes quienes han cumplido con los ritos funerales de un padre; Á á yà lówó re o – ‘que se convierta en hijo tuyo’. También está la plegaria que Àwòyà á kún Orí ení o – ‘Permite que su ‘quien llegará’ (hijo) llene el tapete (se desarrolle y se multiplique)’.
Parecería, entonces, que aquí tenemos una clara creencia de que el Orí del ancestro se transmite al cuerpo de una nueva creación. Sin embargo, nos desconcierta el hecho de que de que de acuerdo a este sistema, un nieto no puede tener el ‘monopolio’ del Orí ancestral; y en ese caso tenemos que elegir entre la imposibilidad de transmitir el Orí y la posibilidad de que el Orí pueda ‘dole out’ por si mismo ad infinitum. Ninguna de las alternativas parecen llevarnos a ningún lugar.
Así Mímo Orí o Gbígbó Orí y Yíya omo no pueden ser tomados para establece una creencia de una reencarnación en el sentido técnico. Todo esto parece establecer es la creencia del hecho concreto de que hay ciertas características dominantes del linaje que se mantienen recurrentes en los nacimientos siguientes y asegurando la continuidad de la existencia vital de la familia o el clan. Esta observación está sustentada en el hecho de que entre los Yorùbá no es desconocido el que el oráculo declare que un hijo es un ‘convertido’ de una persona que aun vive: esa persona es conocida como A-f’àìkúyà – ‘Alguien que, se convierte’, ‘(un hijo) sin haber muerto’.
Cuando se han dicho todas estas cosas, debemos de admitir, en conclusión, que hay muchas cosas acerca de nosotros que aún no conocemos. Sería bueno que en recompensa a este asunto hay posibilidades que aun están más allá de nuestra comprensión. Debemos de hacer notar con interés la hipótesis de F.W.H. Myer acerca del ‘yo subliminal’, la cual William James modificó, y por el cual permanece la idea ‘de que hay más vida en nuestra alma que de lo que nos damos cuenta’; y que ‘por eso… alguna porción de nuestro yo debe reencarnar’. Los nombres Bábátúndé ‘Padre regresa’ y Yétúndé – ‘Madre regresa’ y otros nombres de la misma categoría que especifican el regreso de ancestros particulares, son muy sugestivos. Por lo que Gbígbó Orí y Yíya omo incluyen muchas personas como ‘reencarnaciones parciales’ junto con los mismos ancestros, ninguno de estos nombres es repetido en más de un hijo. Babátúndé es el hombre del hijo que nace inmediatamente después de la muerte de su abuelo y Yétúndé el nombre de la niña que nace inmediatamente después de la muerte de su abuela. Ningún otro hijo después de estos dos debe de ser nombrado Babátúndé o Yétúndé (ni ningún otro nombre con la misma connotación) en referencia al mismo ancestro.
Debemos regresar al punto de discusión, que no es la resolución de la paradoja sino el hecho de que hay una paradoja aparente que está en terreno sólido en lo cual los Yorùbá basan su creencia acerca de la realidad concreta de Èhìn-Ìwà.
Nuestra siguiente pregunta ahora es, ‘¿En dónde esta esta Èhìn-Ìwà?’ Generalmente, uno debe de decir que hay diversas opiniones al respecto. Hay aquellos que creen que el morir es solo cambiar de lugar en la tierra. Los muertos continúan su existencia en otro país o región lejos de en donde creció. Se establece en su nuevo ambiente iniciando por completo su vida; se casará y tendrá hijos, construirá una casa, iniciará un negocio y tendrá una nueva, pero normal, existencia hasta que vuelva a morir y se mude porque su paradero sea descubierto por gente que lo conoció en su vida pasada. Las historias que apoyan esta creencia abundan entre los Yorùbá. Esto es, por supuesto, una creencia que algunos lo explicarían como resultado de ‘el fantasma de los muertos’.
Una forma un poco modificada de esta creencia es que solo los malvados y aquellos que no han cumplido sus días en la tierra, y , por eso, no pueden ser recibidos de nuevo en el cielo, son aquellos que continúan en alguna parte de la tierra. Esto explica el porque la mente de los Yorùbá puede acomodar las creencias de que Ajiran e Ilé-Ifè y algunos otros lugares especiales en la tierra Yorùbá son lugares habitados por los ‘difuntos’. Esto responde en parte la mayor pregunta involucrada en la creencia de los Yorùbá de la existencia de Elérè o Emèrè quienes se cree son la causa del fenómeno de àbíkú, que es la clara noción de la metafísica en la creencia Yorùbá.
La verdadera creencia ortodoxa de los Yorùbá acerca de Èhìn-Ìwà, es que hay un lugar definido, otro que esta tierra, a donde van los difuntos. El nombre general de este lugar es Òrun, del cual su significado original parece ser ‘la cara de’ y también ‘, el lugar de alabanza’ y además, ‘al lado de la Deidad’. Òrun en un sentido general significa’Cielo’, o ‘Paraiso’, en donde habitan Òlódùmarè y los Òrìsà.
Con referencia a Èhìn-Ìwà, los Yorùbá hablan acerca de dos Òrun. El primero es Òrun Rere, Òrun Funfun, Òrun Bàbá Eni – ‘Buen Òrun’, ‘Òrun Blanco’, ‘El Òrun de nuestro Padre’, y el segundo es ‘Òrun Buburú (burúkú)’, ‘Òrun Àpáàdì – ‘Mal Òrun’ del Tiesto’. – ‘Este es un basurero celestial, como el montón de escombros de cada villa, en donde se botan las vasijas rotas…; o puede compararse con un horno en donde hay fragmentos de vasijas, calientes y secas’.
Los difuntos son alojados en cualquiera de estos dos lugares con el factor decisivo del Juicio de Òlódùmarè. Ya hemos observado que uno de los factores que lo hacen una realidad urgente para los Yorùbá es Su juicio imparcial. Tienen la fuerte convicción de que los pecadores no se irán sin recibir su castigo y que el juicio es sobre todos los pecados. Ellos continuamente dicen de alguien que sufre en exceso, Ìwà rèló ń f’ìyà je é, ‘Es su carácter lo que le trae aflicciones’ o Aò mo ohun ti ó ti şe ti Olórun ń fi egba rè nà á – ‘No sabemos la razón por la cual Òlódùmarè lo aflige’.
Pero el juicio al que los Yorùbá le temen más es al que le aguarda a cada persona, primero al final de la vida en la tierra, involucrando la agonía de morir, y después en Èhìn-Ìwà cuando se sabrá el primer veredicto de Òlódùmarè.
Los Yorùbá señalan escalofriantes ejemplos de personas de quienes sus finales fueron trágicos en consecuencia de sus malos caracteres. Algunos de estos parecieron evadir las consecuencias de sus acciones; pero cuando el final de sus vidas se acercaba fueron visitados por ciertas adversidades como quedarse ciegos o perder a su hijo favorito y terminaron en muertes miserables y funerales inceremoniados. Hubo algunos de ellos que fueron golpeados anticipadamente por lo que les esperaba, tanto que durante sus últimos minutos, involuntariamente hicieron confesiones detalladas de todos sus actos malévolos. Por esta razón, cuando los Yorùbá piensan en el final, piensan dos veces antes de actuar. Aquí hay un fragmento de los Odù:
Òtúrá méjì:
Iró pípa kì í wí pé k’á má l’ówó l’ówó,
Ilè dídà kì í wí pé k’á má d’àgbà,
Şùgbón ojó à-ti-sùn l’ebo.
El mentir no evita que uno se vulva rico,
El romper un convenio no evita que uno llegue a la vejez
Pero el día de dormir, esperará un inevitable llamado a responder
Hemos mencionado Akìíse –‘Es-un-tabú’, el principio retributivo personalizado puesto en operación por Òlódùmarè para castigar al pecador. Otros nombre que se le dan son Elésan –‘El Vengador’, Abéèré ‘Aquel que interroga’. En una de estas tres capacidades, se manifieste en una manera inequívoca entes el pecador. Dentro de Ìrètè-Èdì se tiene el dicho,
Elésan á san k’à şà ì san;
Abéèrè á béèrè, k’à şàì béèrè
O dá fún Òrúnmìlà
T’ ó şe kòlòkìlò omo rè
T’ ako t’ abo.
El Vengador se vengará, no puede hacer más que vengarse;
Aquel-que-pregunta interrogará, no puede hacer más que interrogar,
Esta es la declaración del oráculo para Òrúnmìlà
Quien le daba estrictas advertencias a sus hijos Hombres y mujeres.
Cuando la persona llega a Èhìn-Ìwà, se enfrenta ahí con su juicio final. Y ahí debe de dar cuenta de lo que solía hacer en su vida, particularmente en referencia a su carácter. El juicio es ante Òlódùmarè, a pesar de que algunas veces se dice que es delante de Obàtálá, lo que viene siendo lo mismo, ya que Obàtálá es solo un representante de Òlódùmarè.
Gbogbo ohun ti a bá şe l’áyé
L’a ó kúnlè rò l’órun.
De todo lo que hacemos en la tierra,
Debemos rendir cuentas arrodillados en el cielo
A ó ro ‘jó l’ ésè Èdùmàrè
o
A ó ro ‘jó l’ésè Obàtálá l’órun
Se establecerá nuestro caso a los pies de Òlódùmarè
o
Se establecerá nuestro caso delante de Obàtálá en el cielo
Así, una persona tendrá un lugar en el buen Òrun, el Òrun de los Padres, o consignado al Òrun del tiesto de acuerdo con el veredicto de Òlódùmarè. Ese es el destino final.
En conclusión, consideremos la calidad de la vida Después de la Vida. Generalmente, los Yorùbá piensan que los hombres malvados sufren una maldición infinita en su Òrun. La vida ahí parece aborrecida y ni si quiera llega al estándar de lo peor en la tierra. En las palabras finales de despedida para los difuntos, podemos escuchar algo como:
Má mà j’ òkùn,
Má mà j’ ekòló,
Ohun ti wón ńje l’ Òrun
Ni kí o máa bá won je
Asegurate que no alimentes ciempiés,
Asegurate que no alimentes lombrices,
Los que la gente alimenta en Òrun
Es lo que debes de alimentar
Eso significa que debes de ir al cielo en donde los habitantes alimentan buenas codas y no al lugar equivocado. A esto algunos responderían;
Má j’ òkùn,
Má j’ ekòló,
Ilé ayé ní tií ‘ba ni ‘lo
No alimentes ciempiés
No alimentes lombrices
Eso depende del carácter de uno en la tierra
La vaga idea de la metamorfosis o la trasmigración de las almas, que son ambas doctrinas ajenas a los Yorùbá, estrictamente hablando, se encuentra en esta conexión. Aparte de la posibilidad de una vida de maldad profunda, también está la posibilidad de que uno transmute en una criatura más baja. Hay un canto fúnebre Yorùbá que dice:
Ó kú tán,
Ó d’ ewúré olú-jewé;
Ó kú tán;
Ó d’ àgùtàn olù-j’imò;
Ó kú tán;
Ó d’ aláàmù tíí ‘jeun l’ ébàá ògiri;
Él está muerto
Se convirtió en una cabra que se alimenta de hojas;
Él está muerto,
Se convirtió en una oveja que se alimenta de hojas de palma;
Él está muerto,
Se convirtió en un piojo que se alimenta a lo largo de las paredes.
Además del juicio, también hay una nota de inseguridad acerca de la suerte de los difuntos; para e este canto hay un fragmento que va inmediatamente después de que termina.
Los Yorùbá han definido la suerte de los bueno. Ellos van al Buen Òrun. Mientras atraviesan la puerta todos sus familiares y amigos que ya están ahí van a recibirlo dándole una calurosa bienvenida. Si una persona fue genuinamente feliz y próspera en la tierra, su vida en el cielo será igualmente feliz. De hecho, la vida en Òrun es una copia aumentada y corregida, eliminando todas la penas terrenales e incrementando enormemente todas las alegrías. Uno de los beneficios más grandes considerados por los Yorùbá de llegar al cielo es que pueden reunirse con sus familiares y amigos que ya habían partido.
Òrun Bàbá Eni es un lugar en donde se va a disfrutar la recompensa de haber sido bueno y estar en compañía de sus semejantes. Esto es ciertamente algo que le da confianza y conforta a uno cuando llega al final de la vida. Con esta creencia, los buenos Yorùbá pueden enfrentar lo que venga Después de la Vida, sabiendo que Òrun es el único lugar en donde vivirá renovado y se sentirá de regreso ‘a casa’.
Ikú pa Abírí, Abírí kú
E ní kò sí nńkan;
Ikú pa abìrì, Abìrì r’ Òrun
E ní kò sí nńkan;
Ibi ti Ikú ti pa Ògíní
Láí eye ‘ò dé bè je;
E `sì tún ńwí pé kò sí nńkan!
Wón ní, Kò sí nńkan;
Şé Awo kì íkú
Awo kìírùn
Ńşe l’Awo máa ńlo sí là
Ìtunlà, ilé awo
Ikú asesinó a Abírí, Abírí murió,
Dices que no hay nada que cause incomodidad
Ikú asesinó a Abìrì, Abìrì fue al cielo;
Dices que no hay nada que cause incomodidad
El lugar en donde Ikú asesinó a Ògíní
Los pájaros nunca más fueron ahí a alimentarse
Aun dices que no hay nada que cause incomodidad
Ellos responde, ‘No hay nada que cause
Para aquellos que ya han llegado al rito de los profundos secretos ocultos
Nunca mueren;
Aquellos que ya han llegado al rito de los profundos secretos ocultos
Nunca ven corrupción;
Aquellos que ya han llegado al rito de los profundos secretos ocultos
Solo van a Ìtunlà la casa final de los completamente iniciados