Sango era el nombre de una figura histórica, alguien que era indisputablemente un hombre entre los hombres. Samuel Jonson nos dice que él era el cuarto Alàfin de Òyó. Él era un hombre, muy distinto de las divinidades que son ‘de los cielos’.
La historia interesante de su apoteosis solamente puede ser reconstruida por muchas versiones legendarias. Él era un hombre; un poderoso cazador y guerrero, y estaba involucrado en varias artes mágicas y adivinatorias. Como rey de Òyó, el gobernaba con mano de hierro y buscaba tener a todos bajo su control. Sin embargo, al final, la gente se cansó de su tiranía: retaron su autoridad y fue torturado por dos de sus cortesanos. Cuando estos dos cortesanos empezaron a ser demasiado para él, él hábilmente puso a uno en contra del otro y como resultado uno de los dos murió. Pero el que sobrevivió empezó a asecharlo, y la única manera de salvarse del hombre fue cometiendo suicidio. Esto lo hizo colgándose de un árbol àyán. Sus oponentes entonces se burlaron de sus seguidores diciéndoles que su rey se había ahorcado. Esto hizo a sus seguidores el buscar los medios de salvar sus caras: ellos fueron a Ìbàrìbá e hicieron una preparación con la cual se atraían los rayos. Ellos empezaron a trabajar con ello, con lo que obtuvieron como resultado que el rayo se hiciera frecuente en Òyó: los edificios y las casas continuamente eran dañados, y había perdida de vidas y de propiedades. La gente estaba asustada y así los seguidores de Şàngó prepararon el siguiente movimiento que empezaron a difundir la historia de que Şàngó no se había ahorcado; él solamente había ascendido al cielo; los rayos y las calamidades resultantes eran la venganza que Şàngó había emprendido contra aquellos que lo estaban calumniando diciendo que él mismo se había colgado; entonces todos empezaron a confesar que no se había ahorcado y empezaron a alabarlo; desde entonces fervientemente empezó a repetirse es Oba Kò so – ‘El Rey no se colgó’. Así empezó a alabarse a Şàngó en Òyó.
Empezó con este acto de confesión y sumisión, y el pago de los enemigos con fines de propiciarlo en forma de hachas, carneros, borregos, aves, nueces de kola y aceite de palma. Después una capilla, más tarde un templo, empezaron su culto en el punto tradicional en donde se dice que se ahorcó, que fue rebautizado como Kòso (‘El-no-murió-ahorcado’). De ahí en adelante, su culto de esparció por toda la tierra Yorùbá.
La historia como la hemos reconstruido no es aceptable para la casa de sacerdotes de kòso en Òyó. Ahí la historia ortodoxa es principalmente como sigue: dos de las esposas de Şàngó eran muy pendencieras; y también había algunas quejas de los súbditos de Şàngó con respecto a su tiranía. Şàngó se enojó con todo el mundo, montó su caballo y se introdujo en el bosque. Durante mucho tiempo se esperó su regreso, pero fue en vano. Cuando no regresó, la gente empezó a temer que en un arranque de ira se hubiera ahorcado. Así que fueron a buscarlo; solo encontraron su caballo. Los que fueron a buscarlo empezaron a llamarlo, “¿En dónde estas Rey?¿te has ahorcado” a lo que contestó a la distancia ¡No, no me he ahorcado!” “entonces, regresa con nosotros, te queremos”, ellos dijeron. Pero él respondió “No, ha habido muchos problemas en casa y muchas quejas de todos ustedes en mi contra, no regresaré con ustedes; gobernaré en donde no me vean”. Entonces ascendió al cielo por una cadena que colgaba de un árbol àyán. Desde entonces ha manifestado su reinado desde el cielo mediante el rayo y el trueno.
Uno puede entender porque los sacerdotes de la casa de kòso se adhieren a esta versión ortodoxa de la apoteosis de Şàngó. Aunque se tome cualquiera de las versiones de la historia, lo importante aquí es que la gente está convencida de que Şàngó ascendió al cielo; y entonces se convirtió en el autor del trueno y el rayo en las palabras de Leo Frobenius, se convirtió en “El lanzador de los truenos, el Señor de las tormentas, el Dios que quema edificios y ciudades, el mandatario de los árboles y el verdugo de los hombres, cruel y salvaje…”
Şàngó evidentemente tiene ‘una pareja que lo ayuda’ en su esposa, la diosa Oya. Ella es descrita como una fiera, salvaje Amazona quien es absolutamente indispensable para su esposo en todas las formas posibles. Se dice que sin Oya, no hay nada que Şàngó pueda lograr. Oya es Obìnrin t’ ó t’ orí ogun dá’ rùngbòn sí – ‘La mujer que hace crecer un desafío a cuenta de la guerra’; Èfùfùlèlè ti í da’ gi-òkè-l ókè – ‘El viento que dobla a los árboles desde la punta’; a sújò márò – ‘Alguien que causa una nube pesada y oscura que no trae lluvia’. Su cara es tan terrible que nadie la ve de frente, su ira es tan devastadora que debe de ser absolutamente evitada.
Sin embargo, ella es alta, atractiva y puede ser agradable. De hecho, había dieciséis diosas que estaban compitiendo por convertirse en la esposa de Şàngó: Oya les ganó el esposo a todas por su encantadora personalidad, su gracia y la elegancia de su movimientos – Òrìsà mèńdínlógún ní ńbe lódò Şàngó, ní’bi k’á şán’pá, ní’ bi k’aá yan, l’Oya fi gb’ oko lówó won.
Cuando cualquier casa o propiedad es dañada por un rayo, los sacerdotes Şàngó van al lugar, diciendo que van a hallar el origen del rayo: y ellos invariablemente sacan del lugar una celta que claman haber encontrado. Con el descubrimiento de la ‘llave’ los rituales en nombre de Şàngó se vuelven más fervientes. El cuerpo de la víctima del rayo es reclamado por los sacerdotes, y, tradicionalmente, son solamente ellos quienes pueden realizar los servicios del funeral por un altísimo costo que deben cubrir los familiares; y para alguna víctima que solamente quedó inconsciente, los sacerdotes deben de decidir rápidamente entre completar el trabajo que Şàngó hizo imperfectamente, o aceptar alguna razón para propiciar un servicio.
Leo Frobenius ha resaltado un punto muy importante de Şàngó. Él piensa que hubo dos Şàngó, uno de Nupe y el otro de Borgo. Eso, que él dice, es lo responsable de ordenar hacer el bien como algo relacionado con Şàngó,lo que nos lleva, equivocadamente lo afirma, que ‘no es negro’.
Frobenius está confundido en este punto; pero su confusión es entendible. No hay duda de que hay elementos en la aplicación moral de la doctrina conectada con Şàngó que ciertamente no ha recibido el origen de la vida del hombre Şàngó. Podremos aclarar un poco el tema si lo vemos de esta forma. Las tradiciones orales nos dicen que Şàngó era hijo de Òrànmíyàn – el poderoso guerrero hijo de Odùdùwà quien dirigió una expedición hasta la tierra de Nupe y al norte del río Níger. En el transcurso de la expedición, él conoció y desposó a una mujer de Nupe quien se convirtió en la madre de Şàngó. Así Şàngó tendría parentela en Ifè y Nupe. Pero el hombre que fue conocido como Odùdùwà no era originario de esta tierra; al igual que el legendario Òrànmíyàn quien probablemente no era su hijo pero si uno de sus capaces tenientes. Así, podría trazarse el parentesco de Şàngó hasta el Norte de Nigeria o más lejos. Nuestra gente aun dice que fue Oya, la esposa de Şàngó quien se convirtió en el río que ahora es conocido como el Níger; y que enfatiza que Şàngó debe de ser relacionado con esa parte de Nigeria. Y si esto es así, el nombre de Şàngó, quien se ha convertido en un héroe popular y un objeto de culto, y no sería desconocido ni dejarían de alabarlo en aquellas partes es donde orgullosamente se estableció algún lazo sanguíneo con él.
Pero el verdadero punto de confusión de Frobenius no se encuentra en esta probabilidad histórica. Es más bien que, hay atributos que le son asignados o identificados con Şàngó, que originalmente no le pertenecen a él. Se dice que se le prohíbe mentir, robar y envenenar, ofensas que están en contra de los mandamientos del sistema ético Yorùbá. Por todo lo que sabemos del hombre Şàngó, no tenía un estándar tan alto de moralidad. El era culpable de quebrantar todos esos mandamientos. Y era la dificultad de reconciliar el carácter personal de Şàngó con los altos atributos morales que se le asignan lo que hizo que Frobenius se confundiera.
La verdad es que, antes hubo una divinidad solar Yorùbá, a quien se le atribuía el rayo y el trueno. Su nombre es Jàkúta, que significa ‘el que pelea con piedras’, o ‘el que hurís piedras’. En la actualidad, en la mayoría de la tierra Yorùbá, la gente no está muy segura en decir que Jàkúta era el padre de Şàngó o diferenciarlos totalmente. La gente se ha confundido mucho por esta forzada intrusión que es Şàngó. Sin embargo, está el hecho de que no se puede decir, como puede hacerse en el caso de Şàngó, que Jàkúta alguna vez fue un ser humano. Y los mandamientos en contra de robar, mentir y envenenar pertenecen originalmente a Jàkúta. Jàkúta era la forma Yorùbá de conceptuar ‘la Ira’ de Òlódùmarè en contra de todas las formas de maldad. En:
El resplandor del árbol incendiado
Los tempestuosos golpes del aire huracanado
Los Yorùbá ven la revelación de ‘la Ira’; ellos experimentan en una forma palpable la ‘numinous awe’ en la religión. Pero es la ‘Ira’ la que no pueden asociar con la naturaleza de Òlódùmarè tal como ellos lo conocen; así ellos lo transfieren a Jàkúta y a una o dos divinidades más. Los Yorùbá tienen un amplio sentido de ‘la Ira’, así que cuando hay rayos y truenos, la gente – especialmente aquellos que no están seguros de su carácter – tiembla. Ellos se refieren a ‘la Ira’ como Ògírígirì, Ekùn a-şè-‘ké – “El terrible, retumbante, el Leopardo que devora al mentiroso”. Cuando hay relámpagos se dice Oń-‘mú ń s’ímú èké ń sá – “El dueño del ruido prende el ruido, el mentiroso tiembla”.
Todo esto es para decir que ‘la Ira’ siempre está presente y siempre está lista para aplicar las medidas necesarias a los que desobedecen. Jàkúta ha representado ‘la Ira’ desde el inicio de los tiempos. Desde entonces hasta ahora, este hecho es reconocido en Òyó por los seguidores de Şàngó. Cada quinto día del calendario de Òyó es Ojóo Jàkúta-jàkúta; y es este día en el que la alabanza a Şàngó tiene ligar. Continuamente los sacerdotes hablan de alabar a Jàkúta en nombre de Şàngó; pero la manera de hacer esto parecen no saberla.
Arriba, hemos observado la teoría de Frobenius acerca del origen de Şàngó. Precisamente, es, de hecho, en la tierra de Nupe en medio del cinturón de Nigeria que podemos encontrar una pista de cómo se hizo la hibridación de las dos divinidades. En la tierra Nupe la divinidad solar y del trueno es conocida como Sokogba, (Sokoegba) el hacha de Dios. El nombre de Dios de acuerdo con Nupe es Soko. Un elemento posterior de la religión de Nupe que encontró lugar en Òyó es el nombre de Kuso que es la palabra que se usa para un bosque.
Debemos discernir, por ahora, que hay más para la historia del culto de Şàngó en Òyó que aquella del rey que se ahorcó y que fue después, por razones de protección, descrito con la nomenclatura de Oba Kòso, en lugar de la derogatoria de Obá so; “El rey no se ahorcó” en vez de “El rey se ahorcó”. Ahora nuestras pistas se encierran en las palabras Soko, Sokogba y Kuso. Una enérgica fuerza de los Nupe establecidos en Òyó como resultado de la guerra Yorùbá-Fúlàní en la cual pelearon del lado de los Yorùbá como mercenarios. Con este contingente vino el culto a Sokogba que se estableció en Òyó. De alguna manera, Sokogba se hibridó con la divinidad Yorùbá original solar y del rayo, Jàkúta; ambos son de naturaleza y atributos idénticos y los Nupe eran los suficientemente fuertes para superponer el nombre de su propia divinidad sobre el de Jàkúta; el proceso empezó con la corrupción del nombre Soko a Şàngó por la lengua Yorùbá. Sin embargo, Jàkúta aún permanece hasta estos días con su culto, y dio lugar al nacimiento de la teoría de que Şàngó era hijo de Jàkúta (aunque hay un leve rumor de que Jàkúta es el descendiente de Şàngó). El lugar en donde se erige el templo de Şàngó en Òyó es llamado Kòso. Aquí nuevamente, discernimos la intervención de la fonética que ha convertido Kuso (el Nupe para bosque) en kòso. El Kòso principal de Sokogba en la tierra Nupe es en Nuwonkota, a pocos kilómetros de Bida.
Debemos de ir un poco más adelante y considerar, en esta conexión, a Òràmfè de Ilé-Ifè. Él es la divinidad solar y del trueno en Ifè, y fue Ifè quien se la dio a Òndó. El nombre probablemente es una contracción de Eni-ti-ó-ra-Ifè-ka’lè – “Él redimió el Ifè, como algunos mayores dicen; a pesar de que no debemos olvidar que hay algunos que piensan que se refieren a una divinidad egipcia de la cual se deriva. Esta es una de las divinidades que son ‘de los cielos’ porque en Ifè dirían enfáticamente que él nunca vino a vivir a la tierra ni hay ninguna imagen de él aquí. La ocasión de su primera visita a la tierra fue una peligrosa pelea que se inició entre Òrìsà-ńlá y Odùdùwà acerca de un cuestionamiento de autoridad. La pelea iba a resultar en una catástrofe para el mundo como, por un congelante momento, parecía que todo iba a perderse en la ardiente ira de las dos implacables divinidades. Sin embargo, arriba en el cielo, cuando se recibió la noticia de la situación, Òràmfè fue enviado a establecer un acuerdo. Esto lo hizo con una ronca y tempestuosa voz que de momento ganó la atención de todos y atrajo a los combatientes. Después dio sus instrucciones como las de alguien que deben de ser obedecidas, le dijo a los combatientes como se iban a solucionar las cosas y termino la disputa.
Se piensa que Jàkúta y Òràmfè son distintos el uno del otro. Pero sin duda alguna ellos representan una y la misma concepción – ‘la Ira’. Nuestros recursos nos muestran que ambos han practicado los mismos cultos particularmente con las mismas recompensas en los rituales – un círculo de cenizas al aire libre, ‘nuez amarga’ (orógbó), y un acto de alabanza dirigido a través del cielo son esenciales. Ambos no tienen imágenes en la tierra, esto es, ellos no se representan con imágenes talladas; y en sus nombres de alabanza, su identidad puede verse convenientemente.
Los siguientes son algunos de los nombres de Òrámfè, y muestran que fundamentalmente él y Jàkúta (Şàngó) son uno:
Onílé iná!
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A dá’ni ní’ jí
Iná òsán!
Iná gun orí ilé fe ‘jú !
Èbìtì ré fìrì se gbì!
¡El Señor de la casa del fuego!
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¡El que causa un repentino pavor!
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¡Fuego del anochecer!
¡Fuego que se inicia en el suelo y se convierte en una gloriosa flama!
¡El peso mortal que golpea el suelo con una fuerza resonante!