Ìtan
“Los Ìtan son lo más similar a los reportes de una ‘resonancia magnética’ que las divinidades le realizan a nuestra alma, de allí su gran importancia”.
Septiembre 02 de 2013
Por Rafael Molina Oluwo Omo Odù Ifasemu.
Todos los ceremoniales de consagración de deidades en nuestra creencia a los Òrìsàs, bien sea en Oosa o en Ifá, tienen un factor común, en todos se hace la ceremonia llamada Ìtan.
Es esencial y una ley que cada vez que se consagre a una persona ante alguna deidad, bien la reciba o haya alguna iniciación, el Òrìsà o deidad en cuestión tenga comunicación con el neófito, sea alejo, Iyawo, Òlorìsà, alawo o Bàbáláwo.
La palabra Ìtan de acuerdo a la gramática Yoruba significa: Historia, narración de historia o de cuentos. Las historias míticas, fabulas y parábolas que contiene cada Odù –signo o letra- dentro de su sabiduría, ofrecen lecciones y consejos para vencer las adversidades, mejorar nuestra calidad de vida y ser mejores seres humanos. Sin embargo hay evidencia oral por parte de algunos sacerdotes experimentados que en el argot religioso la palabra Ìtan que muchos pronuncian “Itá” es una transfiguración de la palabra Eta, que identifica al numero tres -3-, adosado este concepto a que es en el tercer día, luego de la ceremonia de consagración -dejando pasar el segundo día que llamamos “día del medio”- que se lleva a cabo el Ìtan en todos los ceremoniales en nuestra veneración Òrìsà en Occidente. Hacemos la salvedad que en el ceremonial de consagración de los sacerdotes de Ifá son varios Ìtan los que se realizan, pero el primero se efectúa al tercer día de comenzar las ceremonias en el Ibodun.
Todos los pasos de los ceremoniales que realizamos en nuestra religión son de suma importancia, el omitir alguno de ellos podría traer consecuencias catastróficas o simplemente resultados no esperados para el iniciado y hasta para el padrino y sacerdotes que lo acompañan; a pesar de que algunos tradicionalistas nos tildan de emplear una “sobre ritualidad”, por la cantidad de cosas que hacemos en cada consagración e iniciación, tratamos de mantener el legado que dejaron nuestros ancestros religiosos, porque lo más importante que hay de una ceremonia no es la investidura o titulo que obtenemos, es el Ìtan, el resultado de ese “scanner” que nos salvara la vida y el alma, en esta dimensión y en las subsiguientes que vamos a recorrer.
Cuando hablamos de salvar la vida, no nos referimos precisamente a la vitalidad de nuestro cuerpo físico, nos referimos a la vida de nuestra alma, sin embargo también recibimos los consejos e instrucciones para mantenernos físicamente saludables o mejorar nuestra salud.
Siempre hemos dicho a las personas que acuden a nosotros, el resultado de la ceremonia, sea la que sea, es el Ìtan, porque a través de él, los Òrìsàs y divinidades darán las indicaciones y orientación de que hacer para vivir mejor, para evitar eventos negativos transcendentales en nuestras vidas, para ser mejores seres humanos y mejores seres espirituales. Ya queda de parte de nosotros -los humanos-, el acatar los consejos, el cumplir con los Ebó –sacrificios-, bien de ofrendas y de conducta que las divinidades a través de los Oráculos, sea de Erindilogun o sea de Ifá nos indican.
Cuando se realiza un Ìtan, se abren puertas dimensionales donde fluyen energías que traen mensajes predictivos y previsivos al iniciado, por eso es de suma importancia la experiencia de los sacerdotes que manejan los oráculos, el tener un dominio de los códigos del oráculo de Ifá y también del oráculo de Erindilogun para su correcta interpretación y decodificación. Los Ìtan pasan a ser la parte más valiosa y delicada de los ceremoniales, porque en ellos está la vida en la tierra y en las venideras dimensiones del iniciado, son el mapa dimensional del alma, en ellos se aprecia el resultado del sacrificio de la ceremonia, y manejarlos a la ligera es irresponsable y catastrófico; por eso debe haber en cada Ìtan entre los sacerdotes, personas con experiencia y conocimientos.
Tristemente podemos observar como en la actualidad, personas jóvenes en el sacerdocio, llevan a cabo los Ìtan sin la participación de personas realmente experimentadas, con conocimiento verdadero y años que acrediten experiencia. En el caso de Ifá, hemos visto como actualmente algunos sacerdotes realizan consagraciones de Manos de Ifá –Awofakan/Ikofa- en masa, cantidades exorbitantes de iniciados en una sola ceremonia, donde por lógica y sentido común el tiempo no alcanza para desarrollar la complejidad que amerita un Ìtan de verdad, mostrando una irresponsabilidad e intereses económicos antes que el verdadero beneficio del iniciado, que es obtener un Ìtan en su máximo desarrollo.
Casos en general, que no nos alcanzaría el espacio para especificar, donde algunos Bàbáláwos y Òlorìsàs no toman en cuenta la participación de mayores con conocimiento y experiencia en los Ìtan, subestimándolos por su edad avanzada o su implementación de correcta disciplina religiosa. Esta discriminación hacia mayores con experiencia y conocimiento religioso solo resta credibilidad, objetividad y veracidad al resultado de las ceremonias.
De la misma forma hemos visto como por el lado del llamado tradicionalismo, en países latinoamericanos, algunos realizan supuestas consagraciones en masa, donde dejan notar que no se desarrollan los Ìtan, ya que por lógica no se le da el tiempo y la dedicación que amerita tan importante paso de la consagración, dándole mayor importancia al grado o título obtenido.
Los Ìtan no se pueden desarrollar apoyados solo en los libros, ni siquiera conociendo textualmente los signos o letras–Odù-. Para decodificar correctamente un Ìtan juegan muchos factores únicos y personales de cada iniciado, que se entrelazan en el desarrollo de la adivinación, y solo la experiencia y el conocimiento verdadero de los sacerdotes pueden interpretar, sin dejar de mencionar muchos secretos transcendentales para la vida del iniciado que no están en los libros, sino, en la experiencia de algunos sacerdotes, secretos transmitidos oralmente por sus maestros y ancestros.
“Los Ìtan son lo más similar a los reportes de una ‘resonancia magnética’ que las divinidades le realizan a nuestra alma, de allí su gran importancia”.
Rafael Molina Oluwo Omo Odù Ifasemu para Fraternidad Ifá de las Américas.