El cosmos esta dividido en dos mitades. La derecha está habitada por las fuerzas benévolas y la parte izquierda esta habitada por las fuerzas malignas conocidas como Ajogun. Las malignas tienen ocho guerreros importantes que son: Ikú (muerte), Àrùn (enfermedad), Òfò (pérdida), Ègbà (parálisis), Òràn (problemas), Èpè (maldición), Èwòn (prisión, que se ha convertido mas o menos en una fuerza sobrenatural en algunas sociedades contemporáneas) y la última es Èse (el resto de males no mencionados. Estas fuerzas en total son 200+1. Los Òrìsà, o divinidades benévolas, que habitan el lado derecho, son 400+1 (el +1 deja la posibilidad de aumentar el número de divinidades en ambos lados). Es por eso que existen nuevas divinidades o enfermedades nuevas tales como el SIDA.
Esu es el único Orisa con potestad de mediar por el hombre en las dos mitades del mundo, el es el encargado de llevar el sacrificio del hombre a Olodumare y al resto de los Orisas, pero también es el mediador entre el hombre y las entidades negativas que cohabitan en el lado izquierdo del mundo, el es el encargado de apaciguarlas mediante los distintos eboces (sacrificios) que hacemos en la tierra.
En la teología Yorùbá, Èsù es descrito como un personaje tan versátil que uno debe de cuidar lo que dice de él. Muchas veces se ha dicho que es el mismo “demonio” .Ciertamente él no es el Diablo como el Nuevo Testamento lo describe, que es un poder maligno que se opone a los planes de Dios para la salvación del hombre. Lo que estaría cerca de la verdad es Satán como lo encontramos en el Libro de Job, en donde Satán es uno de los ministros de Dios y tenía el oficio de tentar la sinceridad del hombre y poner su religión a prueba.
Èsù es primeramente un oficial especial en las relaciones’ entre el cielo y la tierra, el inspector general quien le reporta con regularidad a Òlódùmarè las acciones de las divinidades y los hombres, y chequea y hace los reportes se la correcta alabanza en general y de los sacrificios en particular.
Èsù fue creado para ser la mano derecha de Òrúnmìlà. Es su deber el enviar a los errantes con Òrúnmìlà; él siempre debe de estar alerta y actuar bajo sus ordenes. A Òrúnmìlà se le asignó el deber de escuchar la voz de Òlódùmarè y declarar Su voluntad al mundo; pero en donde las declaraciones de Òrúnmìlà no se sigan, es el deber de Èsù el ocasionar alguna calamidad como forma de castigo. En pago al servicio que Èsù le da a Òrúnmìlà, él lo alimenta. Pero cuando él no está satisfecho con la comida, arruina el trabajo de Òrúnmìlà.
De lo que reunimos de la deidad de Èsù de las tradiciones orales, es un poco difícil el aceptar como el estatus correcto en el cual los Bàbáláwo tratan de colocarlo.
Ciertamente él no puede aceptar un posición de subordinado de ninguna divinidad, especialmente como el niño bueno de Òrúnmìlà. No hay duda alguna de que las tradiciones muestran un vínculo muy cercano entre Èsù y Òrúnmìlà; a pesar de que un malentendido en la relación pueda causar fácilmente un error de juicio a favor de uno u otro. Ellos están vinculados a consecuencia de la conexión entre sus respectivas funciones. Èsù es ubicuo porque él siempre debe de estar pendiente de su trabajo como inspector. Su portafolio incluye, entre otras cosas, la inspección del culto y los sacrificios. Òrúnmìlà también pertenece a todos los lugares y es el gran ‘consultante’; sus funciones incluyen la prescripción de sacrificios y rituales. También se cree que entre Òrúnmìlà y la Muerte hay un pacto que se hizo porque Èsù una vez retó a la Muerte a en un combate y le quitó su mazo, y fue Òrúnmìlà quien ayudó a la Muerte a recuperar su mazo.
Cuando cualquiera se encuentra en problemas debido a Èsù, Òrúnmìlà puede ser consultado siempre para mostrarnos la salida de tal dificultad. Es por eso que comúnmente sucede que cuando hay un culto a Òrúnmìlà también se hace uno para Èsù, claro que en una escala menor. Ambos continuamente trabajan juntos. Èsù por ser quien aprueba y lleva los sacrificios al cielo es conocido por los Bàbáláwo como Òséètúrá. Aquí pareciera que es Òrúnmìlà quien es puesto bajo las ordenes de Èsù en vez de ser al revés. Es un conocimiento previo el hecho de que Èsù pueda arruinar los trabajos de Òrúnmìlà cuando encuentre una causa para hacerlo. Él también lo ayuda a salir de dificultades en algunas ocasiones. Una vez cuando todas las otras divinidades conspiraban en contra de Òrúnmìlà y lo acusaron con Òlódùmarè, fue Èsù quien lo defendió y fue el testimonio que Òlódùmarè aceptó.
La actitud de los Yorùbá para Èsù es generalmente temido. Se cree que continuamente es llamado con temor incluso por las otras divinidades. Esto es en virtud de su oficio, él tiene el poder de la vida y la muerte sobre ellos así como la prosperidad o la calamidad para ellos que depende de lo que él reporte a Òlódùmarè. Entonces, todos buscan estar en buenos términos con él. Nosotros escuchamos la advertencia, Bí a bá rúbo, kí á mú t’Èsù kúrò –‘Cuando los sacrificios se ofrecen, la porción que pertenece a Èsù debe de ponerse a parte para él’. Él es temido porque, incidentalmente, él es malicioso, un travieso capaz de causar confusión, ocasionando situaciones complicadas o promoviendo la malicia entre la gente. Mediante su astucia puede hacer enemigos a los mejores amigos, causar que los esposos peleen, y hacer antagonistas al padre y el hijo.
Hay muchos mitos que lo ilustran como un bromista o travieso. Aquí está uno. Había un hombre que tenia dos esposas, a las cuales amaba por igual y quienes estaban en los mejores términos. La casa en donde vivían era tan pacífica que eran modelo de la armonía conyugal para los vecinos, y la gente pensaba que nada podía destruir la feliz relación que existía entre ellos. Èsù sabía acerca de esto y no le gustaba. Así que les puso una trampa en una de sus sagaces maneras. Él hizo una hermosa gorra, y se transformó en un vendedor, y fue y la mostró para venderla en el mercado. Pero tuvo cuidado en no venderla a nadie hasta que una de las dos esposas llegó al mercado y le gustó tanto que inmediatamente la compró. Feliz la llevó a su casa y se la mostró a su esposo. El esposo estaba tan sorprendido que le mostró su afecto y gratitud de una manera que hizo que la otra esposa se sintiera celosa. Pero no dijo nada. Ella esperó impacientemente a que llegara el siguiente día de mercado; cuando el día llegó, ella salió muy temprano en busca de un regalo –uno mucho mejor a cualquier costo- para su esposo. Èsù estaba listo con otra gorra que hacía que la primera pareciera insignificante. Triunfalmente, la segunda esposa compró esa nueva gorra y la llevó a su casa para su esposo. El efecto fue mágico. La segunda esposa se convirtió en la favorita en ese momento. Y entonces empezó la rivalidad entre las dos esposas, cada una trataba de mejorar lo que la otra hacia en un juego peligroso para ganar el amor de su esposo, Èsù ayudaba a cada una en su turno, y el humor del esposo fluctuaba de la derecha a la izquierda con la llegada de cada una con un regalo más bonito cada vez. Cuando Èsù estuvo satisfecho de las minas que había colocado y que la desastrosa explosión era ya inevitable, abruptamente dejó de ir al mercado. La siguiente esposa en visitar el mercado estaba frustrada: regresó a su casa muy enojada. Las cosas necesitaron simplemente un pequeño golpecito y la catástrofe domestica en la que Èsù había estado trabajado se inició.
Nuestras tradiciones orales nos dicen que Èsù ciertamente también temido por las divinidades: él parece poseer un poder que nadie excepto Òlódùmarè puede vencer. Se dice que una vez Şàngó presumía de que no había ningún Òrìsà que lo pudiera vencer. Èsù prontamente lo retó, ‘¿Eso me incluye a mi?’ A lo que Şàngó respondió inmediatamente, ‘¡Pero claro que no estas incluido!’ Se dice que Òrúnmìlà una vez compró un esclavo sin consultar primero a Èsù. Èsù se ofendió, y una noche, estranguló al esclavo! Continuamente escuchamos la expresión, Èsù, Òtá Òrìsà – ‘Èsù, el adversario de las divinidades’ – una expresión que nace de sus travesuras con ellos.
Hay un elemento infalible de maldad en Èsù y por esa razón ha sido primordialmente asociado con cosas malignas. Hay personas que dicen que la función primordial de Èsù en este mundo es la de arruinar las cosas. Pero aun así, no le podemos llamar diablo – no en el sentido en el que lo maneja el Nuevo Testamento. El elemento de ‘maldad’ que hay en Èsù puede ser hallada también en cierto grado en las demás divinidades. Lo más que pudimos recolectar de las tradiciones orales es que el toma el hacer travesuras como un pasatiempo, tal como cualquier persona corrompida por el poder que parece incontrolable puede encontrar una sádica relevancia en formas antipáticas. Él no es la representación personal del mal que se opone a toda la bondad.
Pero cuando todo esto se ha admitido, aún así está muy claro que los Yorùbá ponen casi toda tendencia y práctica del mal en el hombre. Cuando una persona hace cualquier acción que resulta en daños para él mismo o para algún semejante. Los Yorùbá inmediatamente dicen, Èsù l’ó tì í – “Fue Èsù quien lo agitó”. Los rebeldes, los necios, los que se dedican a hacer el mal, son todos Omo Èsù es el sentido Bíblico de los ‘Hijos de Belial’. Continuamente se dice de cualquiera de ellos Èsù l’o ń şe é – ‘es Èsù quien los está manejando’. Y seguido la gente reza diciendo, Kí á má şe Èsù – ‘Que no experimentemos la batalla de Èsù’; o Èsù, má şe mí, omo elòmíì ni kí o şe – ‘Èsù, no me influencies; es el hijo de otra persona a quien debes de influenciar’.
A pesar de todo, Èsù es alabado porque los Yorùbá tiene fe en sus capacidades protectoras y benevolentes. De hecho para sus adoradores, ocupa una posición tutelar. Es por eso que se representa por su fundamento que permanece en el centro del pueblo, la villa o el condominio. Su emblema siempre está dentro de la casa. La gente se dirige a él en forma de alabanza pero también como en una relación entre padre e hijo. Él es llamado Bàbá – ‘Padre’. Hay personas llamadas Èsùbíyìí – ‘Scion de Èsù’, Èsùgbàyí – ‘Aguien que es llamado por Èsù’. . hay lugares en donde se hacen festivales anuales en su nombre. En ilé-Olújìí, por ejemplo, el festival se hace en Febrero, y marca el inicio de cultivo anual. El festival es primeramente para pedirle su bendición a Èsù para las granjas y, por supuesto incidentalmente, para que propicie que todo este bien con el trabajo de los granjeros durante todo el año.
Pareciera que, para Èsù todo depende de que tanto el hombre esté de su lado. Y esta es una verdadera dificultad. A resumidas cuentas, él no es solamente un salvaje y versátil personaje sino también es extremadamente caprichoso. Se cree que Èsù tiene doscientos nombres, lo que significa que es un personaje muy variante a quien no se le puede catalogar fácilmente. Es llamado Lógemo Òrun; A-ńlá-ká-‘lùú; Pápá-wàrà; A-túká-má-seé-sà – ‘El indulgente hijo del cielo; él de quien su grandeza se manifiesta en todo el lugar; el es quien rompe en fragmentos lo que no puede ser juntado nuevamente.
De las tradiciones orales, parece ser que su primera casa en la tierra Yorùbá fue Òfà, aunque algunas veces se sugiere que fue Kétu. Su culto predomina hoy en Èrìn, cerca de Ìlobùú. Pero sin duda alguna es una de las principales divinidades Yorùbá. No hay ningún lugar en donde no sea alabado. Su capilla puede estar en cualquier lugar – en el centro de un pueblo o villa, en un condominio o en la casa; en el cruce de los caminos o en un bosque; a la entrada de la casa, el condominio, la villa o el pueblo, los fundamentos de Èsù son variados. Puede ser una pieza de laterite o piedra: esta generalmente se clava al suelo o en un montículo de tierra; puede ser una imagen tallada de cerámica o madera: esta puede ser con o sin un cuchillo en una mano y un mazo en la otra; puede ser un bote volteado hacia abajo, con un hoyo en medio; puede ser una roca o una concha de caracol.