¿Decepcionados?
Octubre 2 de 2013
¿Pueden los hombres cambiar el destino de otros hombres?, todo depende como lo veamos, todo depende del caso que sometamos a esto. Podría una persona poner fin a la vida de otra, allí podría cambiar el destino de ambos, sin embargo esta actuación esta dentro del mismo guion de la obra –valga la redundancia- llamada destino del asesino y de la víctima. Sin embargo aquí nos referimos a como la influencia positiva y negativa de terceras personas pueden cambiar para bien o para mal, el transitar y desenlace de otras, de allí que juega un factor importante la personalidad de cada ser humano.
Poco se habla en las religiones de personalidad, hablamos muchas veces de mantener un buen carácter, en Yoruba se le llama Iwa Pele, que es esa estabilidad emocional en nuestras reacciones, en nuestras actuaciones y conducta. Los extremos son siempre nocivos, una persona que mantenga un mal carácter, que este siempre a la defensiva y ofensiva, que no piense antes de actuar, que no desarrolle reacciones equitativas, esta perdido en la vida; de la misma forma aquella persona que sea de carácter débil, sumisa, temerosa, que dude de sí mismo, también está perdida.
Históricamente está comprobado que las mujeres y hombres de carácter débil, esas que tienen miedos guardados entre sí mismo, son aquellas que fácilmente son poseídas por espíritus oscuros, llamados por muchos: demonios. Así mismo, se ha comprobado que aquellas personas que han sido víctimas de posesiones “demoniacas”, que han sido azotadas por espíritus que han tomado posesión de su cuerpo, son aquellas que son débiles de carácter, que tienen múltiples problemas de sumisión en su personalidad, de esa forma son presa fácil para el objetivos de muchas almas malamente poderosas.
Siempre es importante mantener un carácter equilibrado, como bien hemos señalado en anteriores artículos, tenemos de buenos y de malos, nadie es totalmente bueno o totalmente malo, lo que debemos de lograr es mantener estas cualidades que se reflejan en nuestro carácter y a la vez en nuestras acciones, equilibradas. Al mantener un equilibrio de nuestro lado bueno junto con nuestro lado malo la ventaja que llevamos en esta vida es amplia, Ifá nos lo enseña cuando nos pide hacer sacrificios a nuestro Ori, seguirlo a él, y de la misma forma contar siempre con Èsù, de allí parte nuestro equilibrio.
Ser débil de espíritu no quiere decir que seamos débiles de carácter, se puede tener un carácter fuerte, pero una espiritualidad frágil, delicada, donde fácilmente con la dureza que se afronta y se ve en la vida se caiga fácilmente en depresión y tristeza. Es difícil ver personas espiritualmente fuertes que cedan a la tristeza y depresiones, sucede, pero esto pasa esporádicamente o por eventos trágicos impactantes, por ejemplo la perdida física de un ser querido o familiar.
Las personas de espíritu fuerte no son las mismas de carácter fuerte, tenemos que aprender a diferenciar entre el carácter y el espíritu. La persona de espíritu fuerte comprende que la vida es una escuela para el alma, que la vida no es ni será nunca justa, que las lecciones que aquí se toman son muchas veces amargas pero que hay que afrontarlas y superarlas, porque es lo que nos toco. Los fuertes de espíritu no son manipulables por otros espíritus o almas encarnadas, o sea, por otras personas, estos aplican el sentido común, el razonamiento equitativo, antes de tomar determinaciones que sean dictaminadas por otros.
Es difícil asimilar que uno o varios seres humanos hagan que una persona retire su Fe y creencia en su religión, también hay casos donde el proselitismo triunfa y hace que personas que ignoran una creencia pongan su fe en ella. Aun hay gente que no ha asimilado que un hombre o una mujer, un ser humano, no es una deidad, ni mucho menos es una religión.
Hay almas tan débiles que cuando ven algo malo en su padrino o madrina no solo se decepcionan de estos, sino que también se decepcionan de la religión, error garrafal ya que una cosa son las deidades, los Òrìsàs, otra los seres humanos. Siempre debemos estar claros que los seres humanos no somos perfectos, así tengamos los grados y consagraciones más relevantes que existen, sin embargo siempre Dios a través de Ifá nos dará el mensaje perfecto para cumplir de manera correcta con nuestro destino.
Mucho se habla y se comenta cuando un padrino o madrina, sea Bàbáláwo u Òlorìsà, cometen malas acciones contra sus ahijados, bien sea la deshonestidad que encierra el engaño, la estafa, abusos, pasando por el maltrato verbal y hasta físico, entre otras cosas; pero poco se habla de la mala conducta de los ahijados, quizás por que no es relevante públicamente ya que religiosa y espiritualmente nadie va a demandar la ayuda de una persona que no esté consagrada como sacerdote, pero no podemos obviar que la ingratitud, la deslealtad, la indisciplina y mala conducta en general, hacen que un ahijado se convierta en un ser no grato, no solo para el padrino o madrina, sino, también para la sociedad en general, si no agradeció a su guía, si no agradeció a las divinidades, no se puede esperar que sea una persona correcta y honesta ante la sociedad.
Muchas veces antes de desmotivarnos de Ifá, de la Oosa, por las malas acciones de algunos padrinos o mayores, debemos de hacer un auto análisis de nosotros mismos, ver como ha sido nuestro comportamiento en la vida, analizar cómo es nuestro carácter, nuestro espíritu, nuestras acciones ante los demás. Aunque muchos no lo crean y no lo tomen en cuenta, todas estas circunstancias son eslabones que se unen, y de allí muchas veces por nuestra misma manera de ser, por nuestras acciones, Olódúmáré nos coloca en el camino los mayores y guías que merecemos. Todos cometemos errores, y tenemos el derecho de enmendarlos, todos alguna vez hemos actuado de manera incorrecta y hemos recapacitado, de allí que no podemos ser condenados o auto condenarnos eternamente mientras reflexionemos y cambiemos para ser mejores. Si en algún momento fuimos víctimas de las malas acciones de un padrino, debemos de ser objetivos, y nunca olvidar que lo negativo a que fuimos expuestos fue aprendizaje, y antes de achacar culpas a Òrìsàs, a deidades, a religión, tenemos de hacer un autoanálisis de nosotros mismos y preguntarnos ¿Qué fuimos a buscar en el templo o casa de esa persona?, ¿un ser humano o una orientación divina?, lógicamente buscamos una persona que sirva de guía, que sirva de puente entre la interrelación de nosotros con las divinidades, pero si este puente está roto, si ese puente es intransitable, simplemente hay que buscar otro camino que nos lleve a otro puente, a otro guía, pero no dejar de caminar, no darse por vencido.
Nuestra religión es muy amplia, tiene lo que muchas religiones no tienen, disponemos de un oráculo por el cual recibimos comunicación legitima de las deidades, donde recibimos orientación y consejos de cómo hacer que nuestra vida en la tierra sea mas cómoda, sea cual sea nuestro destino, sea cual sea nuestro propósito, es una ventaja muy grande el conocer las claves para ser mejores seres espirituales y a la vez experimentar mas momentos de felicidad que de tristeza en nuestra corta y agridulce estadía en esta dimensión. Por eso no podemos permitir que las decepcionantes actuaciones de los seres humanos, sean padrinos o sean mayores, influyan en nuestra fe en las deidades, en los Òrìsàs, y sobre todo en Dios, el que persevera, el que no pierde la fe, el que obra bien, Òlódùmarè, Ifá, los Òrìsàs, siempre le tienen asignado un buen guía en su vida.
Por Rafael Molina Oluwo Omo Odù Ifasemu