La Biblia es un producto del hombre. No de Dios .La Biblia no nos cayó de las nubes. Fue el hombre quien la creó para dejar constancia histórica de unos tiempos tumultuosos, y ha evolucionado a partir de innumerables traducciones, adiciones y revisiones. La historia no ha contado nunca con una versión definitiva del libro.
Jesús fue una figura histórica de inmensa influencia, tal vez el líder mas enigmático e inspirador que ha tenido nunca la humanidad. En tanto que encarnación mesiánica de las profecías, Jesús derroco a reyes, inspiró a millones de personas y fundo nuevas filosofías. Como descendiente de las familias del rey Salomón y el rey David, Jesús estaba legitimado para reclamar el trono del monarca de los judíos. Es comprensible que miles de seguidores de su tierra quisieran dejar constancia escrita de su vida. Para la elaboración del Nuevo Testamento se tuvieron en cuenta más de ochenta evangelios, pero sólo unos pocos acabaron incluyéndose, entre los que estaban los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La Historia básica del cristianismo, La Biblia, tal como la conocemos en nuestros días, fue supervisada por el emperador romano Constantino El Grande que era pagano. Algunos creen aun que Constantino era cristiano, pero fue pagano toda su vida y lo bautizaron en su lecho de muerte, cuando ya estaba demasiado débil como para oponerse. En tiempos de Constantino, la religión oficial de Roma era el culto al Sol, al SOL INVICTUS (Odu OTURA MEJI), el Sol invencible y Constantino era el sumo sacerdote. Por desgracia para él, en Roma había cada vez más tensiones religiosas. Tres siglos después de la crucifixión de Jesús, sus seguidores se habían multiplicado de manera exponencial. Los cristianos y los paganos habían empezado a guerrear, y el conflicto llegó a tal extremo que amenazaba con partir el imperio en dos. Constantino decidió que había que hacer algo. En el año 325 decidió unificar Roma bajo una sola religión: el cristianismo. ¿Por qué tenía que escoger un emperador pagano el cristianismo como religión oficial ?. Constantino era muy buen empresario. Veía que el cristianismo estaba en expansión y, simplemente, apostó por un caballo ganador. Los historiadores siguen maravillándose de su capacidad para convertir a la nueva religión a unos paganos adoradores del sol. Con la incorporación de símbolos paganos, fechas y rituales a la creciente tradición cristiana, creó una especie de religión híbrida que pudiera ser aceptada por las dos partes. Transformación mágica Los vestigios de la religión pagana en la simbología cristiana son innegables. Los discos solaren de los egipcios se convirtieron en las coronillas de los santos católicos. Los pictogramas de Isis amamantando a su hijo Horus, concebido de manera milagrosa, fueron el modelo de nuestras modernas imágenes de la Virgen María amamantando al niño Jesús. Y prácticamente todos los elementos del ritual católico, la mitra, el altar, la doxología y la comunión, el acto de «comerse a Dios» se tomaron de ritos mistéricos de anteriores religiones paganas. Los simbologistas no acabarían nunca de estudiar la iconografía cristiana. Nada en el cristianismo es original. El dios precristiano Mitras, llamado «hijo de Dios y Luz del Mundo», nació el veinticinco de diciembre, fue enterrado en una tumba excavada en la roca y resucitó al tercer día. Por cierto, el veinticinco de diciembre también es el cumpleaños de Osiris, de Adonis y de Dionisos. Al recién nacido Krishna le regalaron oro, incienso y mirra. Hasta el semanal día del Señor de los cristianos es una idea que tomaron prestada de los paganos. Originalmente los cristianos respetaban el sabath de los judíos, el sábado, pero Constantino lo modificó para que coincidiera con el día de veneración pagana al sol. Hasta nuestros días, la mayoría de feligreses acude a la iglesia los domingos sin saber que están allí para rendir su tributo semanal al dios pagano del sol. Durante esa fusión de religiones, a Constantino le hacia falta fortalecer la nueva tradición cristiana, y ordenó la celebración del famoso concilio ecuménico de Nicea. Durante ese encuentro se debatió y se votó sobre muchos aspectos del cristianismo, la fecha de la Pascua, el papel de los obispos, la administración de los sacramentos y, por supuesto la divinidad de Jesús. Hasta ese momento de la historia, Jesús era, para sus seguidores, un profeta mortal… un hombre grande y poderoso, pero un hombre, un ser mortal. El hecho de que Jesús pasara a considerarse «el Hijo de Dios» se propuso y se voto en el Concilio de Nicea. La divinidad de Jesús fue el resultado de una votación y de una votación muy ajustada, por cierto con todo, establecer la divinidad de Cristo era fundamental para la posterior unificación del imperio y para el establecimiento de la nueva base del poder en el Vaticano. Al proclamar oficialmente a Jesús como Hijo de Dios, Constantino lo convirtió en una divinidad que existía, más allá del alcance del mundo humano, en una entidad cuyo poder era incuestionable. Así no sólo se sofocaban posibles amenazas paganas al cristianismo, sino que ahora los seguidores de Cristo sólo podían redimirse a través de un canal sagrado bien establecido: la Iglesia católica apostólica y romana. En el fondo era todo una cuestión de poder. Que Cristo fuera el Mesías era fundamental para el funcionamiento de la iglesia y el Estado. Son muchos los estudiosos convencidos de que la Iglesia primitiva usurpó literalmente a Jesús de sus seguidores, secuestrando su verdadero mensaje, cubriéndolo con el manto impenetrable de la divinidad y usándolo para expandir su propio poder. La gran mayoría de los cristianos con formación conoce la historia de su fe. Jesús fue sin duda un hombre muy grande y poderoso. Las maniobras políticas soterradas de Constantino no empequeñecen la grandeza de la vida de Cristo. Nadie dice que fuera un fraude ni niega que haya inspirado a millones de personas para que vivan una vida mejor. Lo único que decimos es que Constantino se aprovechó de la gran influencia e importancia de Jesús y que, al hacerlo, le dio forma al cristianismo, convirtiéndolo en lo que es hoy. Como Constantino «subió de categoría» a Jesús cuatro siglos después de su muerte, ya existían miles de crónicas sobre su vida en las que se le consideraba un hombre, un ser mortal. Para poder reescribir los libros de historia, Constantino sabía que tenía que dar un golpe de audacia. Y ese es el momento más trascendental dé la historia de la Cristiandad. Constantino encargó y financió la redacción de una nueva Biblia que omitiera los evangelios en los que se hablara de los rasgos humanos de Cristo y que exagerara los que lo acercaban a la divinidad. Y los evangelios anteriores fueron prohibidos y quemados, Todo el que prefería los evangelios prohibidos y rechazaba los de Constantino era tachado de hereje. La palabra «herético» con el sentido que conocemos hoy, viene de ese momento de la historia. En latín, hereticus significa «opción». Los que optaron por la historia original de Cristo fueron los primeros «herejes» que hubo en el mundo. Por suerte para los historiadores algunos de los evangelios que Constantino pretendió erradicar se salvaron. Los manuscritos del Mar Muerto se encontraron en la década de 1950 en una cueva cercana a Qumrán, en el desierto de Judea. Y también están, claro esta, los manuscritos coptos hallados en Nag Hammadi en 1945. Además de contar la verdadera historia del Grial, esos documentos hablan del ministerio de Cristo en términos muy humanos. Evidentemente, el Vaticano, fiel a su tradición oscurantista, intentó por todos los medios evitar la divulgación de esos textos. Y con razón. Porque con ellos se quedaban al descubierto maquinaciones y contradicciones y se confirmaba que la Biblia moderna había sido compilada y editada por hombres que tenían motivaciones políticas: proclamar la divinidad de un hombre, Jesucristo, y usar la influencia de Jesús pura fortalecer su poder. Aun así es importante tener en cuenta que los intentos de la Iglesia moderna para acallar esos documentos nacen de una creencia sincera en su visión de Cristo. El Vaticano está integrado por unos hombres muy píos que creen de buena fe que esos documentos sólo pueden ser falsos testimonios. El clero moderno está convencido de que esos documentos son falsos testimonios. Y es comprensible. La Biblia de Constantino ha sido su verdad durante siglos. Nadie está más adoctrinado que el propio adoctrinador. Lo que quiere decir es que adoramos a los dioses de nuestros padres. Caxial todo lo que nuestros padres nos han enseñado sobre Jesús es falso. Igual que las historias sobre el Santo Grial.
Dan Brown.